"(...) En cinco años se ha relegado un perfil de ciudadano que no encajaba
con el discurso único e ideal. Y al que un referéndum sin fecha, a
cambio de la desaparición de la sanidad, de la educación y de la
corrección de la pobreza, no le ha parecido un chollo.
10- ¿Se ha producido una ruptura social, en ese sentido? Sí, creo que
hay una ruptura social: económica. De la que no habla el rey, ni el
cabo. Por lo demás, no creo que haya otra ruptura social, si bien no
estoy seguro. En eso soy muy raro.
De hecho creo que una sociedad puede
ser tensionada, no debe de ser homogénea ni unánime, debe tener
capacidad de cabrearse y discutir. Y que eso es lo que está pasando. Se
ha omitido, eso sí, a una mayoría social --una sociedad, en fin, son
varias mayorías-- en la política, en los medios, en la información.
Y
esa mayoría se está quejando. En la escuela, en la calle, en los bares.
Cuando habla Puigdemont por la tele, con cacerolas. Curiosamente, me
hablan mucho de este conflicto social mujeres, y no hombres. Lo que no
sé, a su vez, como interpretar. Ayúdenme. Me parece, por otra parte, que
es una mayoría admirable.
En general, no ha optado por banderas. O,
diría, aún no. Parece no oponerse a un referéndum. Y parece oponerse a
que una protesta sea interpretada como un referéndum. Parece estar
distanciada y cansada de la cursilería de las ceremonias Procés/Cosa.
Parece, no obstante, sensible a la represión violenta de la poli contra
aquella protesta.
Parece haber necesitado, como el agua, a una izquierda
que tenía que haberla defendido de cinco años de derecha, y que no se
ha presentado, se ha visto engullida, o se ha pasado cinco años
blandiendo una u otra bandera. Puede acabar en manos de una derecha que
se decida a ir a su barrio, a ver qué se encuentra. Se encontrará,
probablemente, desesperación económica y una piel muy dura ante la
propaganda procesista." (Guillem Martínez , CTXT, 09/10/17)
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