"(...) «el Tribunal Constitucional estableció, ante la perplejidad de los
demás juristas del mundo, que no era inconstitucional que los Estatutos
calificaran de exclusivas las competencias autonómicas sobre algunas
materias que la Constitución calificaba como exclusivas del Estado,
asegurando que cuando dos competencias sobre la misma materia se
califican al mismo tiempo están llamadas a ser concurrentes.
Con lo cual
el Tribunal Constitucional, en lugar de colaborar a definir el concepto
de exclusividad, lo desbarató y lo hizo inservible como categoría
general, sin considerar que en otras constituciones de referencia, como
la alemana, es el centro sobre el que gira el buen funcionamiento del
sistema entero».
Las consecuencias de semejante dislate han sido enormes, pues, por
ejemplo, no hay duda de que «la Generalitat ha legislado sobre las
mismas materias y con la misma extensión que lo ha hecho el Estado y
cuenta con organismos que duplican los existentes en la esfera central».
Es más, esta duplicidad se puede deducir también en otras comunidades
autónomas, lo que viene a demostrar «lo confuso que es el reparto de
competencias que se ha establecido porque permite que se sostenga una
interpretación y la contraria con la misma aparente seriedad». El
resultado de tal galimatías es desolador, porque además de la inflación
legislativa que producen 17 Parlamentos autonómicos, lo más grave es que
«ni siquiera podemos identificar claramente cuándo una ley es del
Estado o de las comunidades autónomas».
No creo que sea necesario agotar
todos los argumentos que expone Muñoz Machado para demostrar la
inviabilidad del actual Estado, a la que contribuye también tanto el
Estatut de 2006, como la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el
mismo. En suma, el Estado de las Autonomías no puede seguir funcionando
así, porque además habría que ofrecer una salida a los nacionalistas
vascos y catalanes. (...)
Pero la opción del Estado federal, significaría, al contrario, que las
partes (todas o algunas) que constituyen actualmente el Estado de las
Autonomías, refundaran un nuevo Estado, construido de abajo arriba,
sobre la base de que dichas unidades políticas decidieran qué intereses
generales debían ceder a las instancias unitarias que habría que
construir.
En definitiva, «esto sería el pacto federal que algunos
solicitan, que implicaría cambiar la residencia de la soberanía para
situarla en las entidades infraestatales (la mayor parte de ellas
artificialmente constituidas a partir de 1978) y nos llevaría hacia un
confederalismo de nuevo cuño y de futuro ahora inexplorable». Por lo
demás, parece que sería difícil que Cataluña y el País Vasco aceptaran
un federalismo igualitario. Pero nunca se sabe. (...)" (El Mundo | Jorge de Esteban, Tribuna Libre, 01/09/2014)
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