7/10/14

Sería difícil que Cataluña y el País Vasco aceptaran un federalismo igualitario. Pero nunca se sabe

"(...) «el Tribunal Constitucional estableció, ante la perplejidad de los demás juristas del mundo, que no era inconstitucional que los Estatutos calificaran de exclusivas las competencias autonómicas sobre algunas materias que la Constitución calificaba como exclusivas del Estado, asegurando que cuando dos competencias sobre la misma materia se califican al mismo tiempo están llamadas a ser concurrentes.

 Con lo cual el Tribunal Constitucional, en lugar de colaborar a definir el concepto de exclusividad, lo desbarató y lo hizo inservible como categoría general, sin considerar que en otras constituciones de referencia, como la alemana, es el centro sobre el que gira el buen funcionamiento del sistema entero».

 Las consecuencias de semejante dislate han sido enormes, pues, por ejemplo, no hay duda de que «la Generalitat ha legislado sobre las mismas materias y con la misma extensión que lo ha hecho el Estado y cuenta con organismos que duplican los existentes en la esfera central».

 Es más, esta duplicidad se puede deducir también en otras comunidades autónomas, lo que viene a demostrar «lo confuso que es el reparto de competencias que se ha establecido porque permite que se sostenga una interpretación y la contraria con la misma aparente seriedad». El resultado de tal galimatías es desolador, porque además de la inflación legislativa que producen 17 Parlamentos autonómicos, lo más grave es que «ni siquiera podemos identificar claramente cuándo una ley es del Estado o de las comunidades autónomas».

 No creo que sea necesario agotar todos los argumentos que expone Muñoz Machado para demostrar la inviabilidad del actual Estado, a la que contribuye también tanto el Estatut de 2006, como la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el mismo. En suma, el Estado de las Autonomías no puede seguir funcionando así, porque además habría que ofrecer una salida a los nacionalistas vascos y catalanes.  (...)

Pero la opción del Estado federal, significaría, al contrario, que las partes (todas o algunas) que constituyen actualmente el Estado de las Autonomías, refundaran un nuevo Estado, construido de abajo arriba, sobre la base de que dichas unidades políticas decidieran qué intereses generales debían ceder a las instancias unitarias que habría que construir. 

En definitiva, «esto sería el pacto federal que algunos solicitan, que implicaría cambiar la residencia de la soberanía para situarla en las entidades infraestatales (la mayor parte de ellas artificialmente constituidas a partir de 1978) y nos llevaría hacia un confederalismo de nuevo cuño y de futuro ahora inexplorable». Por lo demás, parece que sería difícil que Cataluña y el País Vasco aceptaran un federalismo igualitario. Pero nunca se sabe. (...)"             (El Mundo | Jorge de Esteban, Tribuna Libre, 01/09/2014)

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