7/10/14

Podemos pensar en renovar nuestro marco constitucional, pero no para dar satisfacción a los independentistas catalanes... nunca bajo la amenaza de su chantaje intolerable

"Nada más lejos de mi intención que incurrir en la sinécdoque Pujol que confunde a Cataluña con su familia, ni tengo mi conciencia familiar mal pagada como para sentirme obligado a poner en práctica el programa político de mi abuelo; pero me resulta imposible en este artículo, en el que expresaré mi oposición personal al referéndum convocado por la Generalitat de Cataluña, no referirme a mi abuelo y a mi padre, que siempre supieron valorar los periodos democráticos de nuestra historia, dramáticamente escasos por cierto.  (...)

Mi causa no es una Constitución concreta, como no lo fue la suya, mi causa no es la Monarquía o la República; la razón de mi compromiso político, que desborda el ámbito partidario, sigue siendo la defensa de la libertad y la igualdad ante la ley de los ciudadanos españoles. 

Es la defensa de la democracia, que no es otra cosa que el punto de unión entre la libertad individual y la ley. Por eso hoy defiendo la Constitución del 78, que representa todos estos valores y que nos ha permitido vivir un largo periodo de paz y libertad, sin cárceles ni exilios para los adversarios, para los disidentes.

Hoy ante el irreflexivo reto de los nacionalistas catalanes, ante su exuberante demostración de insolidaridad, ante su particularismo desagradable, nos debemos oponer sin matices. 

Pero no sólo por estas razones; también, y sobre todo, porque el éxito de sus demandas representaría el más rotundo fracaso de la ciudadanía y porque su pretensión nos roba al resto de los españoles el derecho a decidir nuestro futuro, a autodeterminarnos, como lo hacemos cada vez que depositamos nuestro voto en las urnas.  (...)

Podemos pensar en renovar nuestro marco constitucional, pero no para dar satisfacción a los independentistas catalanes, sino para encontrar formas mejores de participación de todos los ciudadanos en el espacio público, de todos, y por supuesto nunca bajo la amenaza de un chantaje intolerable, sino con la razón como instrumento y todos los ciudadanos españoles, incluidos los catalanes, como objetivo.

Hoy es el momento de defender la Constitución del 78; relacionar su modernización con el referéndum independentista, con soluciones federales o asimétricas, es asegurar no que los nacionalistas en España nunca pierden, algo que todos sabíamos, sino que han empezado un periodo en el que siempre ganan.

No creo que este artículo se diferenciaría mucho del que pudiera escribir un socialista francés, un laborista británico, lo acaban de hacer en Escocia, o un socialdemócrata alemán. Todos ellos desde su perspectiva ideológica saben lo que son, saben lo que quieren, y les resultaría insoportable la derrota en su país de la ley a manos de la arbitrariedad, que en ocasiones puede beneficiar a su facción pero siempre perjudica al conjunto.

Tampoco desentonaría en Indalecio Prieto o en Julián Besteiro –y probablemente a Pablo Iglesias le parecería innecesario–, cuando estaba más claro en el socialismo español que su objetivo eran las personas y no los territorios, los menos favorecidos y no las etnias, cuando la fraternidad era más importante que el particularismo y la nación el ámbito en el que se desarrollaban las tensiones sociales.

Prieto dejó su testamento en México, cuando al lado de una escultura del fundador del partido socialista se declaró doblemente español, sin necesidad de adjetivos, y el catedrático de Lógica dejó el suyo en unas intervenciones radiofónicas que son una de las más bellas y honorables páginas de un periodo dramático para España, el de la Guerra Civil; muriendo unos meses más tarde en Carmona, rodeado de curas vascos, simbolizando perfectamente que la contienda española fue eso, una triste guerra entre españoles, y no una guerra de los españoles contra Cataluña o contra Euskadi, como intentan hacernos ver los nacionalistas.

Por ello me asombra el silencio de los sindicatos y me preocuparía si el PSOE en estos momentos buscara una diferencia con el PP, que le debilitaría más que lo que le distinguiría.(...)"               (NICOLÁS REDONDO TERREROS, EL MUNDO – 07/10/14, en Fundación para la Libertad)

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