"(...) Al estado de la cuestión en el que hoy nos encontramos se ha llegado, a mi entender, en un proceso en el que hay que contar.
- Las ambiciones desaforadas de la élite nacionalista, buena parte de ella imputada o en prisión a causa de su desmesurada cleptomanía. En una mano la senyera (hoy estelada) y en la otra un saco de dinero a ocultar en las cuevas de Queralb o en cualquier paraíso fiscal.
- La irresponsabilidad de los partidos del turnismo que elevaron a un presunto ladrón a la categoría de gran estadista como pago a los 16 o 18 diputados que decidían entre medidas reaccionarias y/o medidas retrógradas y sostenían al ocupante de la Moncloa.
- La aniquilación del movimiento obrero y la desarticulación de las organizaciones de los trabajadores (toda variante de comunistas, con el PSUC a la cabeza) que hace bascular a las élites dirigentes hacia la instrumentación del hecho nacional.
- La trampa de la balsa d’Oli que ha venido pregonándose durante treinta años y que se concretaba en que una parte de la sociedad, la nacionalista, hacía y deshacía, se organizaba, escondía su objetivo último y ganaba hegemonía de forma fraudulenta. Cualquier contestación a esas políticas era anatemizado con los medios poderosos de que dispone el nacionalismo gobernante, plenamente volcado en la aniquilación de toda contestación y el trágala permanente de las fuerzas charnegas, claves, no lo olvidemos, en la lucha por la recuperación de las libertades en las que ha prosperado el nacionalismo. La balsa d’Oli ha dejado de ser tal en el mismo momento en que una parte de la sociedad, desde diferentes perspectivas, desde distintas procedencias ha decidido que no puede continuarse con el trágala que tan bien ha funcionado a lo largo de décadas. Se reconozca o no, hoy la convivencia está quebrada. Recomponerla me temo que va a ser una tarea larga, muy, muy larga."
No hay comentarios:
Publicar un comentario