"(...) Porque un simple repaso por los apellidos de quienes hoy encarnan
esas reclamaciones victimistas revela que ese grupo de dolidos
reprimidos no es sino una poderosa e infranqueable oligarquía que ha
mantenido fuera de la elite política a todo aquel que no olía a catalán
de pura cepa a cien kilómetros.
Los datos recabados por el consultor Alejandro Macarrón desde 1980
son elocuentes: del total de 102 consejeros catalanes nombrados hasta
junio de 2015, el 83% ostenta apellidos puramente catalanes.
Cuestión
curiosa si se tiene en cuenta que en la tierra gobernada por los
luchadores contra la opresión española, el 60% de sus habitantes cuenta
con apellidos típicamente españoles. Porque en la tierra de los Pujol,
Soley, Maragall, Mira, Mas, Puig o Carod, lo cierto es que los Montilla o
Aguilera se han convertido en toda una excepción. ¿Acaso son más tontos
los charnegos?
¿Es que «viven en un estado de ignorancia y de miseria
cultural, mental y espiritual», como afirmó Pujol padre con respecto a
los andaluces en uno de sus libros reeditados en 1976? ¿O es que
aquellos que claman por la independencia frente a los opresores
españoles han instaurado un régimen oligárquico durante décadas cuajado
de casos como el 3%?
Esos son los derechos que los separatistas reclaman. Los de conseguir
que en la tierra en la que los cinco apellidos más comunes son García,
Martínez, López, Sánchez y Rodríguez, ninguno de los consejeros
designados hasta junio haya mostrado estas españolistas y temibles
palabras en sus tarjetas de visita.
Dirá alguno que se trata de una casualidad. Pues bien, si así fuese,
habría que recomendar a los separatistas jugar a la lotería. Porque su
coincidencia heráldica cuenta con una probabilidad matemática del 0,02%.
No hay coincidencias. Hay cortijos. Hay intentos de escapar a la
jurisdicción penal española. Y hay enormes deseos de engañar a todo un
pueblo con el único objetivo de mantener la oligarquía." (Carlos Cuesta, El Mundo, 03/11/2015)
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