"(...) Pues bien, hace cerca de quince años, la ERC dirigida por Carod-Rovira y
Puigcercós, tuvo una idea, una brillante idea: la hora de la
independencia de Cataluña había llegado, era preciso trazar un
estrategia para alcanzar lo más pronto posible este objetivo.
Esta idea partía de una base: el nacionalismo de corte identitario
propio de la Convergència de Jordi Pujol, había tocado techo, no lograba
atraer a más adeptos. (...)
Era preciso encontrar nuevos caminos, convencer de la necesidad de la
independencia a otras capas de la población no sensibles a esta
catalanidad sentimental.
ERC se puso manos a la obra. Mediante las cuentas resultantes de una
balanzas fiscales que, ahora ya lo sabemos, no se correspondían con la
realidad, se persuadió a muchos catalanes que España les expoliaba
económicamente, en palabras más fuertes, que España les robaba. En pocos
años, el número de independentistas, que desde 1980 hasta entonces se
mantenía de manera fija alrededor del 15%, se duplicó. Del nacionalismo
identitario estábamos pasando al nacionalismo económico.
CiU se sumó al carro para no ser arrollado por este sunami y, como
respuesta al expolio fiscal que denunciaba ERC y sus altavoces
mediáticos, propuso en su programa electoral el concierto económico para
Cataluña, el mismo sistema de financiación del País Vasco y Navarra.
Inmediatamente, ERC volvió a doblar la apuesta: ahora tocaba pedir
directamente la independencia, somos sujetos de soberanía porque somos
una nación. (...)
Encima, para que el número de independentistas diera la sensación de
ir en aumento, al derecho de autodeterminación le llamaron derecho a
decidir, un término deliberadamente confuso. ¿quién no quiere decidir en
una democracia?
Ahora ya no se engañaban entre sí los partidos, ahora
eran estos partidos quienes estaban engañando a los ciudadanos. Algunos
de estos ciudadanos, pobres inocentes, se han manifestado repetidas
veces a favor del derecho a decidir sin darse cuenta que, siendo
contrarios a la independencia, la estaban pidiendo.
Así pues, los partidarios actuales de la independencia son los
tradicionales nacionalistas identitarios más los nuevos nacionalistas
económicos, muchas veces estos segundos ya identificados con los
primeros. En el recuento de las manifestaciones hay que sumarles,
además, los cándidos no independentistas partidarios del derecho a
decidir.
Y en los últimos meses, es preciso añadirles también algunos
miembros de los movimientos antisistema, los de verdad, los que
pretenden un cambio de las estructuras sociales y económicas. “¿Cuál es
el enemigo principal?”, se preguntan. La respuesta es obvia: el sistema.
“Pues hay que apuntarse al independentismo que, por lo menos, cambiará
el sistema político”. A río revuelto ganancia de pescadores.
A esto hemos llegado: los identitarios de siempre, los económicos al
estilo de la Liga Norte, los engañados por el derecho a decidir y los
antisistema socioeconómico que sienten empatía por otros antisistema muy
distintos e intentan sacar provecho de ello. Un batiburrillo
ciertamente caótico aunque de momento eficaz. (...)" (
Francesc de Carreras , El País,
22 OCT 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario