"Pero el proceso va entrando en un camino de provocaciones y algunos
opinadores, lejos de ayudar a una reflexión serena y plural, se han
lanzado a una deriva partidista. No me refiero a los incendiarios que
insultan e incitan a la violencia física o intelectual contra los
adversarios: a pesar de su peligrosidad, se trata de grupos minoritarios
con una incidencia casi nula en la mayoría de los ciudadanos.
Hablo de
los que monopolizamos las plataformas de expresión públicas y privadas.
De los que deberíamos hacer exhibición de reflexión y autocrítica, pero
hemos caído en un fanatismo propio de hooligans de equipo de fútbol. En
ambos bandos de la discusión.
Ahora mismo hay intelectuales
independentistas que hacen listas de buenos y malos; que se ponen
orejeras para mirar sólo en una dirección y no oír hablar ni de riesgos
ni de problemas; que acusan de traición a los que no comulgan con su
entusiasmo; que señalan como desafectos a quienes tratan de contrastar
con solvencia y honestidad; que promueven exámenes de catalanidad y que
reclaman el monopolio del patriotismo en base a su antigüedad militante,
olvidando que el independentismo, mientras tenía un apoyo marginal, no
era una alternativa como ahora que tiene apoyos amplísimos en la
sociedad catalana.
En sentido contrario, muchos intelectuales
contrarios a la secesión no sólo descalifican a quienes sostienen tesis
diversas, sino que se burlan de ellos. Insultan y manipulan a
conciencia, con el fin de atribuir al adoctrinamiento el impulso de un
movimiento transversal que saben de sobra que sólo puede haber salido de
las clases populares y medias, de abajo hacia arriba.
¡Cuántas veces no
han intentado ellos mismos impulsar movilizaciones similares y han
fracasado, precisamente porque no partían de la base social del país! (...)" ('Periodistas e intelectuales', de Rafael Nadal en La Vanguardia, en Cafe Reggio, 04/10/2013)
"(...) Párrafo propio merece el artículo de Rafael Nadal en el diario de Godó. Por regla general, se cree que es imposible hacer periodismo en los artículos de opinión. No es cierto, salvo que el periodismo renuncie, como suele ser el caso, a una cierta objetividad, que consiste en empatizar con la realidad.
O sea, intentar explicar lo
que pasa en vez de lo que nos gustaría que pasara. "Ahora mismo hay
intelectuales independentistas que hacen listas de buenos y malos [...];
que acusan de traición a quienes no comulgan con su entusiasmo; que
promueven exámenes de catalanidad", escribe Nadal.
"En sentido contrario
-añade- muchos intelectuales contrarios a la secesión no sólo
descalifican a quienes sostienen tesis diversas, sino que se burlan de
ellos". (Crónica Global, Pablo Planas, Viernes, 4 de octubre de 2013
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