"El nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña ha emulado a aquel director de La Vanguardia Española que se inmortalizó a sí mismo con la frase que encabeza estas líneas. A raíz de la campaña de protesta, capitaneada por Jordi Pujol, a Franco no le quedó más remedio que cesarlo.
Ahora, en plena democracia, se ha hecho público que Quim Torra había apuntado, entre otras sandeces, "el fascismo
de los españoles que viven en Cataluña" y no ha pasado nada. ¿Qué va a
pasar? Es lo que tiene la libertad de expresión, sobre todo la que es de
color amarillo; la otra... ya se sabe.
No acabo de entender el supuesto escándalo que ha
provocado el conocimiento de los tuits y artículos del referido
caballerete. Nadie que viva en Cataluña puede ignorar, a estas alturas
de la película, que la xenofobia, el racismo y el odio contra los españoles son consustanciales al independentismo
catalán de la misma forma que no hay leones vegetarianos. Lo
escandaloso han sido las supuestas explicaciones que se han dado al
respecto.
Así, nuestro nuevo Galinsoga ha empezado por
"lamentar mucho" como quien se siente irritado por haberle sacado a
colación sus exabruptos siguiendo la técnica de culpabilizar a la víctima por haber denunciado la agresión o por ir con la falda muy corta. Acto seguido invoca su "trayectoria personal y profesional".
Es el mismo argumento que esgrimió el señor Salvadó, quien continúa siendo diputado por ERC tras conocerse su criterio de que el tamaño de las tetas
era el mérito exigible en una mujer para ser miembro del Gobierno de
Cataluña. Un expediente limpio como una patena llevado al traste por un
simple desliz. Se invoca, en ambos casos, una esfera
privada como Pujol invocaba la defensa de su familia como argumento para
que sus hijos pudieran hacer negocios. Atacarles era una forma espuria
de atacar a Cataluña.
Por lo visto hay quien cree que trabajar en una
multinacional, aunque sea suiza, concede patente de corso. Hay que
minimizar a toda costa lo ocurrido en "seis tuits". ¡Por
Dios vaya menudencia! Aparecidos "hace seis años". El pobre Torra se ha
visto, según él, sometido a un proceso inquisitorial; todo porque le
tenemos ojeriza.
Obviando que en cualquier régimen democrático quien
opta a un cargo público es convenientemente escudriñado; verbigracia las comisiones del Congreso estadounidense para refrendar los nombramientos.
El cénit de la sinvergüencería se alcanza cuando el
actual presidente emite el condicional de que "si alguien se ha sentido
molesto". Porque, por lo visto, su intención no era molestar, sino
simplemente desearnos los buenos días y preguntarnos qué tiempo
hacia. ¿Se puede ser más ruin? Sí, se puede.
Acto seguido pide disculpas
porque, por lo visto, un mal siglo lo puede tener cualquiera, ¿no?
Incluso ha esgrimido que tiene amigos españoles, como todos los racistas
tienen un amigo negro. ¡No falla nunca! La guinda del pastel fue cuando Mònica Terribas
quiso hacerse la periodista que fue y le preguntó además por los
artículos que había publicado.
La respuesta fue antológica. Ya se sabe,
"los excesos" del periodismo, nos vino a decir; como si cuantos nos
dedicamos a ello fuéramos pasados de gintónics a la hora de escribir o
fuéramos un atajo de descerebrados." (Manuel Trallero, Crónica global, 18/05/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario