"(...) Si hay algo que me parece escandaloso en lo que está sucediendo es que
el PP esté agitando la opinión pública española diciéndoles que la
celebración de una consulta implica después la secesión de Cataluña
cuando sabe que esta secesión es imposible.
Es imposible porque
implicaría que el gobierno de la Generalitat tendría que pedir al
Gobierno de Madrid que tuviera la amabilidad de retirar de Cataluña al
Ejército, la Guardia Civil y la Policía Nacional, y renunciar
pacíficamente a un territorio que le proporciona el 20% del PIB.
Es un
escenario imposible. Pensar que esto puede suceder es una estupidez.
Entonces, ¿a qué viene crear un clima próximo a la guerra civil con esta
excusa? (...)
Hay que recordar que cuando se hizo una votación el 9-N no pasó nada,
que es lo mismo que podía haber sucedido si eso se hubiese encauzado de
manera civilizada, si se hubiese considerado como un punto de partida
para empezar a encontrar vías de negociación para solucionar el
descontento. Pero no hay ninguna intención de esto.
En el fondo, al PP
le interesa la confrontación. Está presentando esto ante la opinión
española como una agresión que les afecta a todos, que puede afectar a
sus pensiones, a sus subsidios. Todo eso siempre le ha sido rentable.
Tengo pocas esperanzas de arreglo a corto o a medio plazo. (...)
Una de las cosas que me sorprendió es ver que entre los más
entusiasmados con un proceso secesionista figurara gente que he
conocido, jóvenes de 20 a 30 años con una muy buena carrera
universitaria, con másteres, etc., que a todo lo que pueden aspirar es a
un trabajo poco más que de becarios y con sueldos miserables.
Esos
jóvenes han llegado a creer que un cambio, cualquier cambio, no puede
ser a peor. Por eso hay también un elemento de encaje social. No diría
que el tipo de política que aplica el PP sea como para conseguir
entusiasmos de una parte importante de la sociedad española. Creo que
hay muchos problemas en los que tendría que pensar, porque le afectan.
Pero crear un objetivo de lucha como este le resulta rentable para las
próximas elecciones. (...)
Me asombra que los partidos piensen poco en estos momentos con serios
problemas globales. Hay un empobrecimiento y debilitamiento de una gran
parte de España que debería empezar a alarmarnos. Amigos míos que viven
en Galicia me explican que muchos pueblos se mantienen con viejos que
viven de las pensiones y de lo que cultivan en el huerto.
Hace poco otro
amigo, que volvía de Salamanca, estaba asombrado de cómo esta cerrando
el comercio en el centro alrededor de la plaza Mayor. Salamanca está
perdiendo población. Hay un problema que afecta a Galicia, a buena parte
de Castilla y León y a Extremadura, que es un problema de debilidad y
de empobrecimiento que no parece preocupar a nadie. (...)
Cataluña también tiene problemas que
han provocado el empobrecimiento democrático de sus instituciones. Y
tiene un problema grave de corrupción, igual que el resto de España.
Y tanto.
Es decir que la ilusión de pensar que
‘si nos independizamos, todo será maravilloso’ no tiene una base de
realidad, parte de una situación igual de contaminada.
Pero están los que piensan en la posibilidad de una
independencia inmediata y los políticos que se apuntaron para ganar
votos. Hay gente que ha acabado asumiendo que ese es su papel histórico,
y que si tienen que sacrificarse se sacrificarán. Hay otros que no,
otros que se lo plantean seriamente. Y está la gente de la CUP: un
partido revolucionario que está haciendo un papel extraño que no les
corresponde dentro de una política parlamentaria.
Son gente joven que en
su actuación en los municipios ha sido muy limpia. Su hora es para el
momento en el que haya una situación revolucionaria que permita crear
una sociedad diferente. Luego están una parte de esos desesperados que
han llegado a creer que con la independencia se podían resolver las
cosas.
Tengo experiencias espectaculares, como la de un viejo
dirigente corrupto que se acercó un día en el que había dado una
conferencia sobre los problemas de la sanidad pública y mostrado mi
sorpresa de que los políticos no se preocupasen por estas cosas. Se
acercó y me dijo sonriente: “Con la independencia se solucionará todo”.
Pienso que creía que eso incluía también sus problemas personales.
No vamos a hacer una historia de buenos y malos. En todo
caso, me es difícil no meter al PP en el rango de los malos. Pero, del
otro lado, no pondría a todo el mundo entre los buenos. Hay gente que ha
llegado a adquirir una fe. Un día conversaba con un periodista, le
decía lo mismo que te he dicho, que no podías ser independiente si
tenías dentro el Ejército, la Guardia Civil y la Policía Nacional, y
pregunté, ¿qué pasará? Él respondió: “Intervendrá Europa”.
Es la fe en
un milagro que pueda resolverlo. No es una situación fácil. No digo que
esta sea una batalla entre buenos y malos, pero es una batalla en la que
posiblemente perdamos todos.
(...) estamos viendo la pérdida del prestigio de las élites tradicionales políticas y económicas.
Ha sucedido a escala europea y, diría, mundial. Es lo que
explica la elección de [Donald] Trump frente al viejo aparato del
Partido Demócrata. Es algo que se está produciendo en muchos lugares.
Eso que cuando empezó a producirse se llamó el populismo, que es donde
se mete todo lo que estorba.
Tony Blair, que sabe bien de qué habla,
dijo que se estaba perdiendo un sistema que funcionaba gracias al
prestigio de unas élites que se intercambiaban en el poder, derecha e
izquierda, y que podían mantener esta sociedad unida, pero que estas
élites estaban perdiendo su prestigio y a saber lo que saldría de aquí.
No hay que ver más que la situación de Gran Bretaña o lo que ha pasado
en Francia con el Partido Socialista. Aquí todavía no, aquí hay un
inmovilismo difícil de interpretar. Permite mantener el sistema de
bipartidismo turnante, que parece que va a aguantar un tiempo, hasta que
la gente no pueda resistir más. (...)
En el fondo es una lucha de élites,
¿no? La élite, digamos, española que nace del siglo XIX y del
franquismo, que es la élite económica que maneja política y todo esto.
Pues sí.
Que no quiere repartir ese poder centralizado con las élites de la periferia.
No solamente se trata de las élites de la periferia,
porque las de la periferia están metidas en el tinglado contra todos. Si
hay alguien aquí al que no le interesa esto del secesionismo son las
grandes instituciones financieras como La Caixa y el Banco Sabadell.
Al
fin y al cabo, se dice que Ciudadanos fue una invención, por lo menos
que la idea la tuvo el presidente del Banco Sabadell. Y en todo caso, el
señor [Albert] Rivera no deja de ser un funcionario en excedencia de La
Caixa. Por lo que se refiere a las élites, ya les va bien lo que hay.
Serían otros sectores, tal vez el empresariado, pero es una cuestión que
habría que analizar con cuidado. (...)
¿Se puede comparar lo que se está
viviendo en Cataluña con el Brexit, donde hubo muchas emociones en juego
además de muchas mentiras por ambos lados?
Hay cosas que son verdad. Hay que recordar que el
dirigente que convocó el Brexit esperaba que no saliera. La prueba es
que [David] Cameron dimitió después. El Brexit fue un voto contra las
élites gobernantes, un voto basado en la falta de confianza en el
Gobierno de Londres.
Votaron campesinos, gentes de todos los rincones
rurales, del mismo modo que en EEUU votaron por Trump. Personas que se
sentían abandonadas, que habían dejado de creer en sus gobernantes y por
eso votaron contra ellos. El caso de aquí es más complicado. ¿Hay
mentiras en todos los lados? Evidentemente que las hay, faltaría más. (...)
Miquel Buch, presidente de los
municipios catalanes, reaccionó ante la afirmación de que en caso de
independencia Cataluña saldría de la UE, con esta frase: “Ellos se lo
pierden”.
Eso lo puede decir la CUP. Para ellos, es coherente
porque su programa dice: independencia y socialismo. Les importa un
cuerno la UE, pero eso es otra cuestión. Para que se vea hasta qué punto
las cosas son…, uno de los últimos planteamientos de [Carles]
Puigdemont es que después del referéndum habría que negociar con España,
pero no con Rajoy.
¿Qué hay detrás de esto, la idea de que el
referéndum va a producir un cataclismo y va a cambiar el Gobierno
español? Bueno, es seguir esperando esta especie de milagro que va a
resolver lo que no tiene resolución. (...)"
(Entrevista a Josep Fontana , uno de los historiadores de referencia en España, autor, entre otros, del libro Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945, y profesor emérito de la Universidad Pompeu Fabra, El Viejo Topo, 01/10/17)
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