27/10/17

Lo que pasa tiene mucho que ver con una crisis de régimen catalán, poco trasladable al resto. Hay un jalón en la situación de Catalunya que dispara los acontecimientos: cuando se comprueba que el president de la Generalitat es un chorizo. Una de las exigencias de la antigua Convergència es que la independencia signifique una amnistía, cosa aceptada hasta por la CUP

"(...) Morán fue despedido a la vuelta del verano de La Vanguardia, donde publicaba un artículo semanal desde hacía 30 años, "víctima del procès", explica. Un procès con el que es muy crítico, y que le trae a la memoria un poema de Pier Paolo Pasolini de 1968, Il PCI ai giovani, sobre las protestas estudiantiles de aquel año en el que el autor empatiza con los policías más que con los estudiantes, porque los primeros "viven con un salario miserable" y los otros "están mantenidos". (...)

Lo que está pasando ahora con Catalunya, ¿hasta qué punto tiene que ver con una crisis del régimen del 78?

Tiene mucho que ver con una crisis de régimen catalán, poco trasladable al resto. Hay un jalón definitivo en la situación de Catalunya que dispara los acontecimientos: cuando se comprueba que el president de la Generalitat es un chorizo. El descubrimiento de Pujol como chorizo, no por sabido por minorías, no dejó de conmocionar a la vida política catalana. 

Y ahí empieza todo. No hay que olvidar que una de las exigencias de los indepes más egregios de la antigua Convergència es que la independencia significa una amnistía, cosa aceptada hasta por la CUP.
Entre realidad y tapadera, la situación en Catalunya es muy diferente a como la estamos explicando.

¿No tiene tanto que ver con un concepto de país España?

Acabará teniendo que ver, pero es más el agotamiento de la clase política catalana. Ellos han tenido que cambiar de nombre el partido, esto solamente ocurrió con el PCE.

Y con AP.

Sí, pero AP y los magníficos duraron poco. Ya se consolidó como PP. La clase política catalana tiene una responsabilidad histórica y el pujolismo, también. Y mientras no veamos eso, no veremos el trasfondo auténtico de la situación.

Y ahí está esa expresión insólita y hasta divertida si no fuera patética, de políticos catalanes: nos vamos porque no nos quieren. El elemento de que te quieran o no en política... He planteado que fleten tres barcos desde Buenos Aires con psiquiatras y psicoanalistas que allí sobran y aquí faltan, para dar dosis de tranquilidad, de eliminar ese complejo de inferioridad... 

¿Que no nos quieren? ¿Pero qué tiene que ver eso con la política? Yo nunca me he planteado si quiero o no quiero a mi vecino, es mi vecino, y sería raro que me tocara el timbre en mi casa y me preguntara si le quiero. Llamaría a urgencias.

Es una insistencia en este momento acojonante: si no nos quieren, nos vamos. ¿Tienen que mandarnos flores? Si tú tomas las calles, no te van a quitar con claveles. A ver si nos aclaramos: ahora queremos las revoluciones con tranquilidad 2.0. Pero usted va a pelear. Los otros nos dan duro, dicen. Pero, ¿para qué está la Guardia Civil? ¿Para mandarte a casa con flores?

Esa especie de buenismo... La izquierda buenista es más estúpida que la derecha buenista. Porque la derecha buenista sabe cómo conservar el poder y el dinero. Pero la izquierda buenista no tiene nada que conservar más que su propia estupidez. Ser de izquierda buenista es una cosa... 

Niega la lucha de clases, niega todo. Una de las cosas más llamativas: en Catalunya ha desaparecido la lucha de clases, porque estamos todos, en palabras de Montilla: "Zapatero, te queremos mucho, pero queremos más a Catalunya". A mí me dice un tío eso de España y no le voto en la vida.

Se han transmutado los valores, todo esto se ha desparramado, no estamos pudiendo decir lo que debemos decir. No puede ser. No puede usted de pronto decidir que la lucha de clases no existe. Lo que ocurre es que hay clases abducidas por la hegemonía catalanista.

A mí los tuits me recuerdan a los váters públicos: "Tonto el que lo lea"; "me cago en tu madre"... Si me atuviera estrictamente a lo que dicen de mí, estaría deseando que me quisieran. Pero no es mi problema. No necesito que me quieran todos los días a todas las horas. Y si me dedicara a la política, sabría que tengo una base que me sustenta pero otra que tratará de machacarme.

¿Cómo se resuelve esto?

Los navajazos seguirán, las cuchilladas de uno y otro. Y yo a lo mejor escribo esta semana sobre el diálogo, pero qué manía. Me acuerdo de Gemma Nierga cuando lo de Lluch. ¿Parando a los tíos en el garaje para dialogar con unos tíos que te van a pegar un tiro en la nuca?

Usted quiere dialogar porque no quiere conflictos, porque no está involucrado en la pelea, porque quiere vivir en paz, y que maten a los demás... Pero dígalo todo. Usted no llega a esa situación para dialogar. ¿Sobre qué dialogamos? Uno con la Constitución y el otro con la independencia. ¿Está dispuesto a bajarse el burro? Está en una bici de piñón fijo, si no pedalea, se cae.

La cantidad de tópicos... ¿Dialogar? Usted dialoga con unos tipos que han considerado que quieren romper con el statu quo y están en su derecho, pero lo que no puede ser es que cuando vienen mal dadas y cuando el Estado reacciona, dices: vamos a dialogar. Pero, ¿sobre qué? Hay hechos consumados.

¿No podría haberse hecho algo distinto que el 155?

Sí, pero con tiempo. No ahora, ahora ya no. Porque ya la cosa está disparada, ahora es imposible. Porque Rajoy ha intentado por todos los medios no aplicar el 155: ha puesto más medios Rajoy para no aplicar el 155 que los otros para que lo apliquen. Pero una vez que venga la ola, hay mucha gente que no sabe nadar y que lo va a tener muy crudo. 

Y Rajoy no es el más duro de la cuadrilla, y que una situación política fuera de control significa que se va la sociedad capitalista que te está subvencionando a ti. El problema del PDeCAT, antigua CDC, es que ha matado la gallina de los huevos de oro, y que parece que va a disputar a ERC y la CUP las bases sociales.  (...)

Vamos a unas elecciones en Catalunya, pero nada dice que vaya a cambiar la radiografía del voto. Las urnas las carga el diablo. Ya sé que esto está mal decirlo así brutalmente, pero mi confianza en el voto popular es muy relativa. 

He vivido situaciones en las cuales me recuerda mucho a esa gente que cuando detienen a un asesino dicen que le cuelguen, que me lo dejen a mí. No sé quién es peor, si el asesino o el asesino voluntario. La capacidad de linchamiento de la población.

Ahora los estudiosos más razonables están introduciendo una variante muy rica, que es la introducción del odio, que no existía hace 20 años. El odio ya es una categoría política en muchos países, y en sociedades como la catalana del buenismo, el odio está palpable e indiscutible. No hay empatía con lo que tú digas. Al contrario, si pueden, te machacan. Cuando dicen 'somos pacíficos', claro pero si no te pones en su camino.

¿Podemos hacerle escraches a la derecha con impunidad sólo porque tenemos razón? Nosotros tenemos razón y por tanto tenemos derecho: eso me recuerda viejas épocas. Si usted no quiere que saque una bandera, no me saque la suya. ¿Y cómo hacemos las protestas? Hay mil maneras, pero si usted quiere dominar la calle, está usted o la policía. La policía está para eso. Que no cumple la policía su finalidad, pues tendrá que cumplirla usted y habrá que detener a la policía. Usted sabrá lo que hace.

Por eso te digo que la veteranía es un grado, y no es que sea positivo, pero hay lecciones que ya las di y las aprendí hace muchos años. Una situación como la de Catalunya está sacando a flote odio en una sociedad que se jacta y se jactaba de ser pacífica, tranquila.

Yo soy una víctima colateral del procès. No olvides que el comité de empresa de La Vanguardia, que es indepe, mandó una carta al director pidiendo que mis artículos fueran censurados. Esto ni en el franquismo. Eso muy bestia, es haber cruzado una línea de fuego."               (Entrevista a Gregorio Morán,

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