"(...) Morán fue despedido a la vuelta del verano de La Vanguardia,
donde publicaba un artículo semanal desde hacía 30 años, "víctima del
procès", explica. Un procès con el que es muy crítico, y que le trae a
la memoria un poema de Pier Paolo Pasolini de 1968, Il PCI ai giovani,
sobre las protestas estudiantiles de aquel año en el que el autor
empatiza con los policías más que con los estudiantes, porque los
primeros "viven con un salario miserable" y los otros "están
mantenidos". (...)
Lo que está pasando ahora con Catalunya, ¿hasta qué punto tiene que ver con una crisis del régimen del 78?
Tiene mucho que ver con una crisis de
régimen catalán, poco trasladable al resto. Hay un jalón definitivo en
la situación de Catalunya que dispara los acontecimientos: cuando se
comprueba que el president de la Generalitat es un chorizo. El
descubrimiento de Pujol como chorizo, no por sabido por minorías, no
dejó de conmocionar a la vida política catalana.
Y ahí empieza todo. No
hay que olvidar que una de las exigencias de los indepes más egregios de la antigua Convergència es que la independencia significa una amnistía, cosa aceptada hasta por la CUP.
Entre realidad y tapadera, la situación en Catalunya es muy diferente a como la estamos explicando.
¿No tiene tanto que ver con un concepto de país España?
Acabará teniendo que ver, pero es más el agotamiento de la clase
política catalana. Ellos han tenido que cambiar de nombre el partido,
esto solamente ocurrió con el PCE.
Y con AP.
Sí, pero AP y los magníficos duraron poco. Ya se consolidó como PP. La
clase política catalana tiene una responsabilidad histórica y el
pujolismo, también. Y mientras no veamos eso, no veremos el trasfondo
auténtico de la situación.
Y ahí está esa
expresión insólita y hasta divertida si no fuera patética, de políticos
catalanes: nos vamos porque no nos quieren. El elemento de que te
quieran o no en política... He planteado que fleten tres barcos desde
Buenos Aires con psiquiatras y psicoanalistas que allí sobran y aquí
faltan, para dar dosis de tranquilidad, de eliminar ese complejo de
inferioridad...
¿Que no nos quieren? ¿Pero qué tiene que ver eso con la
política? Yo nunca me he planteado si quiero o no quiero a mi vecino, es
mi vecino, y sería raro que me tocara el timbre en mi casa y me
preguntara si le quiero. Llamaría a urgencias.
Es una insistencia en este momento acojonante: si no nos quieren, nos
vamos. ¿Tienen que mandarnos flores? Si tú tomas las calles, no te van a
quitar con claveles. A ver si nos aclaramos: ahora queremos las
revoluciones con tranquilidad 2.0. Pero usted va a pelear. Los otros nos
dan duro, dicen. Pero, ¿para qué está la Guardia Civil? ¿Para mandarte a
casa con flores?
Esa especie de buenismo...
La izquierda buenista es más estúpida que la derecha buenista. Porque
la derecha buenista sabe cómo conservar el poder y el dinero. Pero la
izquierda buenista no tiene nada que conservar más que su propia
estupidez. Ser de izquierda buenista es una cosa...
Niega la lucha de
clases, niega todo. Una de las cosas más llamativas: en Catalunya ha
desaparecido la lucha de clases, porque estamos todos, en palabras de
Montilla: "Zapatero, te queremos mucho, pero queremos más a Catalunya". A
mí me dice un tío eso de España y no le voto en la vida.
Se han transmutado los valores, todo esto se ha desparramado, no
estamos pudiendo decir lo que debemos decir. No puede ser. No puede
usted de pronto decidir que la lucha de clases no existe. Lo que ocurre
es que hay clases abducidas por la hegemonía catalanista.
A mí los tuits me recuerdan a los váters
públicos: "Tonto el que lo lea"; "me cago en tu madre"... Si me
atuviera estrictamente a lo que dicen de mí, estaría deseando que me
quisieran. Pero no es mi problema. No necesito que me quieran todos los
días a todas las horas. Y si me dedicara a la política, sabría que tengo
una base que me sustenta pero otra que tratará de machacarme.
¿Cómo se resuelve esto?
Los navajazos seguirán, las cuchilladas de uno y otro. Y yo a lo mejor
escribo esta semana sobre el diálogo, pero qué manía. Me acuerdo de
Gemma Nierga cuando lo de Lluch. ¿Parando a los tíos en el garaje para
dialogar con unos tíos que te van a pegar un tiro en la nuca?
Usted quiere dialogar porque no quiere conflictos, porque no está
involucrado en la pelea, porque quiere vivir en paz, y que maten a los
demás... Pero dígalo todo. Usted no llega a esa situación para dialogar.
¿Sobre qué dialogamos? Uno con la Constitución y el otro con la
independencia. ¿Está dispuesto a bajarse el burro? Está en una bici de
piñón fijo, si no pedalea, se cae.
La cantidad de tópicos... ¿Dialogar? Usted dialoga con unos tipos que han considerado que quieren romper con el statu quo
y están en su derecho, pero lo que no puede ser es que cuando vienen
mal dadas y cuando el Estado reacciona, dices: vamos a dialogar. Pero,
¿sobre qué? Hay hechos consumados.
¿No podría haberse hecho algo distinto que el 155?
Sí, pero con tiempo. No ahora, ahora ya no. Porque ya la cosa está
disparada, ahora es imposible. Porque Rajoy ha intentado por todos los
medios no aplicar el 155: ha puesto más medios Rajoy para no aplicar el
155 que los otros para que lo apliquen. Pero una vez que venga la ola,
hay mucha gente que no sabe nadar y que lo va a tener muy crudo.
Y Rajoy
no es el más duro de la cuadrilla, y que una situación política fuera
de control significa que se va la sociedad capitalista que te está
subvencionando a ti. El problema del PDeCAT, antigua CDC, es que ha
matado la gallina de los huevos de oro, y que parece que va a disputar a
ERC y la CUP las bases sociales. (...)
Vamos a unas elecciones en Catalunya, pero nada
dice que vaya a cambiar la radiografía del voto. Las urnas las carga el
diablo. Ya sé que esto está mal decirlo así brutalmente, pero mi
confianza en el voto popular es muy relativa.
He vivido situaciones en
las cuales me recuerda mucho a esa gente que cuando detienen a un
asesino dicen que le cuelguen, que me lo dejen a mí. No sé quién es
peor, si el asesino o el asesino voluntario. La capacidad de
linchamiento de la población.
Ahora los
estudiosos más razonables están introduciendo una variante muy rica, que
es la introducción del odio, que no existía hace 20 años. El odio ya es
una categoría política en muchos países, y en sociedades como la
catalana del buenismo, el odio está palpable e indiscutible. No hay
empatía con lo que tú digas. Al contrario, si pueden, te machacan.
Cuando dicen 'somos pacíficos', claro pero si no te pones en su camino.
¿Podemos hacerle escraches a la derecha con impunidad sólo porque
tenemos razón? Nosotros tenemos razón y por tanto tenemos derecho: eso
me recuerda viejas épocas. Si usted no quiere que saque una bandera, no
me saque la suya. ¿Y cómo hacemos las protestas? Hay mil maneras, pero
si usted quiere dominar la calle, está usted o la policía. La policía
está para eso. Que no cumple la policía su finalidad, pues tendrá que
cumplirla usted y habrá que detener a la policía. Usted sabrá lo que
hace.
Por eso te digo que la veteranía es un
grado, y no es que sea positivo, pero hay lecciones que ya las di y las
aprendí hace muchos años. Una situación como la de Catalunya está
sacando a flote odio en una sociedad que se jacta y se jactaba de ser
pacífica, tranquila.
Yo soy una víctima colateral del procès. No olvides que el comité de empresa de La Vanguardia, que es indepe,
mandó una carta al director pidiendo que mis artículos fueran
censurados. Esto ni en el franquismo. Eso muy bestia, es haber cruzado
una línea de fuego." (Entrevista a Gregorio Morán, Andrés Gil , Eldiario.es, 24/10/17)
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