30/10/17

Cataluña es una república fantasma, y una comunidad autonómica real cuyo porvenir, credibilidad, seny, madurez, economía se ha visto expuesta a una implosión... Rajoy y Puigdemont: dos hombres (torpes) jugando con nuestro destino

 "(...) Mariano Rajoy no da sorpresas. 

Ya sabíamos desde hace años que detrás de esa aparente tranquilidad, de ese como-dios-manda, de esa impostada serenidad, solo hay inseguridad, falta de talento y unos posos amargos de autoritarismo (...)

Tampoco están sobrados de decencia Puigdemont, su Govern y los partidos que les sostienen. En una insensata carrera contra la realidad, bien organizada, sí, pero profundamente excluyente y antidemocrática, han olvidado las matemáticas electorales, han ninguneado al Parlament y han tomado una ruta, empujados por los más radicales, que solo puede conducir a una declaración unilateral de independencia (DUI).

Entre unos y otros han conseguido colocarnos a todos en un escenario nuevo y sin duda peor. En un tiempo de incertidumbre absoluta y duradera. En una época, que no será breve, plagada de incógnitas, tensiones y, probablemente y por desgracia, incidentes dentro de las instituciones y fuera, en las calles de las ciudades y pueblos de toda Catalunya.

Dos hombres torpes, sí, Rajoy y Puigdemont, Puigdemont y Rajoy, que llevan meses jugando con nosotros con las cartas marcadas. (...)

Dos hombres torpes y unas circunstancias en las que en ambos casos, por encima del interés general se han impuesto estrategias particulares. (...)

Los independentistas debieron pensar tras los resultados de las últimas elecciones autonómicas que nunca volverían a tener una oportunidad similar. No obtuvieron el respaldo esperado, pero sí un gran resultado. ¿Por qué esperar?, debieron pensar. ¿Por qué respetar a la mitad de los catalanes? Y tomaron la vía que nos ha traído hasta donde estamos.

La suma de dos torpes con tanto poder solo podía llevarnos al desastre. Y en el desastre estamos, o al menos muy cerca de él. En medio los trabajadores, los pensionistas, los estudiantes, los parados, las empresas, la sociedad toda de Catalunya y del resto de España que sufre ya y sufrirá más aún en el futuro los efectos de esta insensatez, de esta innecesaria crisis, de esta irresponsable situación (...)"       (Gumersindo Lafuente, eldiario.es, 26/10/17)

"Junqueras rechazó la Presidencia de la Generalitat que le ofreció Puigdemont para no ser inhabilitado.

(...) La trama fue tan enrevesada que incluso Puigdemont ofreció a Junqueras hacerse cargo de la presidencia de la Generalitat, que formulara él la DUI y convocar elecciones. Junqueras se negó para no ser inhabilitado por los tribunales y poder así presentarse a las próximas elecciones.  (...)

Empezó en la noche del miércoles, a las 22.00, con una decidida apuesta por Declaración Unilateral de Independencia (DUI), durante una primera reunión con direcciones de ERC y PDCat, además de diputados y dirigentes de ANC y Omnium Cultural, que se prolongó hasta las dos de la madrugada del jueves; cita tumultuosa tras la cual el consejero Santi Vila, junto a la consejera Meritxell Borras y otros amenazaron con dimitir por entender se llevaba Cataluña al abismo.

Fue la reunión del "café, más café", del presidente de la Generalitat, que continuamente salía y entraba de su despacho en el Palau. Todos se fueron a la cama convencidos de que la DUI al día siguiente era inminente. 

Todos menos los mejores informados, que sabían de los contactos que el lendakari Urkullu estaba manteniendo discretamente a dos bandas con Puigdemont y con Rajoy. Con una idea básica: renuncias a la DUI, convocas elecciones autonómicas -no "constituyentes"- y el 155 se para.

Aunque los periódicos, todos, habían comprado la tesis de la DUI, en medio de editoriales dramáticos llamando a la sensatez, lo cierto es que al mismo tiempo que eran leídos a la hora del desayuno ayer eran convocados otra vez al Palau los diputados de Junts pel Si para oír al president que no. 

Santi Vila y los moderados se frotaban otra vez las manos y los independentistas empezaron a rasgarse las vestiduras; alguno de ERC -Gabriel Rufián- comparando a Puigdemont con Judas: "Por 155 monedas de plata", colgó en Twitter.

Todo parecía a mediodía preparado para la traición de Judas/Puigdemont en una declaración institucional prevista para las 13.30 en la cual anunciaría elecciones autonómicas el 20 de diciembre, pero entonces empezó a hacerse bueno el dicho de que el diablo está en los detalles... 

El mandatario catalán y el presidente del Gobierno empezaron a jugar al gato y al ratón. Puigdemont le exigió "garantías" de que no se intervendrá el Govern catalán vía artículo 155 de la Constitución -algunas fuentes sostienen que incluso exigió un trato de favor penal para los Jordis encarcelados- y Rajoy se negó.

Quería el jefe del Ejecutivo oírle antes lo que los interlocutores -Iceta y Urkullu- aseguraban que iba a decir: convocatoria conforme a la legislación española (la LOREG) y no como una estratagema para luego formular la Declaración Unilateral de Independencia (DUI).

La sola presentación de este escenario electoral como inminente agitó las aguas de tal manera en el independentismo dio un paso atrás sobre la marcha en su declaración de las 13.30 y montó un caos considerable, con anuncios y contraanuncios. 

Finalmente, compareció a las 17.00 en el Parlament -pero no habló en el Pleno- tras una tormentosa reunión en el Palau Sant Jaume con el líder de ERC y vicepresidente de su gobierno, Oriol Junqueras, en un duro pulso de poder.  (...)"               (Gabriel Sanz, Vox populi, 26/10/17)

"(...)  Altos responsables de La Moncloa y del Govern de la Generalitat estuvieron a punto de cerrar un acuerdo el jueves por la mañana que hubiera supuesto la convocatoria de elecciones el 20 de diciembre en Cataluña, descartar la declaración de independencia y congelar la aplicación del artículo 155 de la Constitución. En el último momento, todo se vino abajo (...)

El jefe de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, y el director de la Oficina de Puigdemont, Josep Rius, contactaron durante la mañana y lo dos ‘fontaneros’ estuvieron a punto de sellar un acuerdo. 

Tan es así que hasta el presidente de la Generalitat llegó a tener elaborado un discurso solemne para anunciar a las 13:30 la convocatoria de elecciones. Así se lo hizo ver a personas de su confianza, con las que consultó su intervención. Finalmente, tal anuncio no se produjo.

La razón fundamental fue la desconfianza entre ambas partes o lo que Puigdemont definió a última hora de la tarde como “falta de garantías” por parte de La Moncloa. Por otro lado, el Gobierno consideraba excesivas las peticiones de la Generalitat, sin ofrecer nada a cambio.

“No era un acuerdo equilibrado, ellos no cedían nada”, asegura un destacado ministro, que explica que Puigdemont exigía la suspensión del 155, la libertad de ‘los Jordis’ y la salida de la Guardia Civil y la Policía Nacional de Cataluña, y solo ofrecía la convocatoria de elecciones y la retirada de la DUI. 

El ministro considera que el cambio de última hora de Puigdemont se debió a las presiones internas y al temor a la calle. La versión de los soberanistas e independentistas es que su propuesta suponía un elevadísimo coste por la reacción de sus bases en Cataluña y la ruptura del bloque secesionista.

Los acontecimientos comenzaron a precipitarse en la madrugada del jueves. A las dos de la mañana de ese día, concluía una larga y tensa reunión del Govern, con agrias discusiones entre Puigdemont y Junqueras.

 Finalmente, llegaban a un acuerdo para la convocatoria de elecciones a cambio del compromiso de Rajoy de suspender la aplicación del 155, tras analizar las propuestas que les habían llegado por diferentes contactos con el Gobierno y estudiar las consecuencias penales de cada paso.

En los días previos se habían producido multitud de intentos de mediación que habían llevado a esa conclusión a los miembros del Govern. El más eficaz y el que más a fondo se ha empleado ha sido el lendakari Íñigo Urkullu, vinculado políticamente a los soberanistas catalanes, socio presupuestario de Rajoy y aliado del PSOE en Euskadi. (...)

Miquel Iceta, líder del PSC, también intervino los días previos y se reunió con Puigdemont y llamó a Rajoy. Y un veterano diputado del PDeCAT contactó el viernes pasado con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, para pedirle una salida antes del 155. 

Aunque La Moncloa insistía en que se negaba a retirar el 155 antes de que se aprobara en el Senado, sí estaba abierta a buscar una fórmula para una suspensión inmediata, antes de publicarse en el BOE y ejecutarse. (...)

La Generalitat filtró la convocatoria de las elecciones a mediodía. Se produjo la reacción del mundo independentista y ERC amenazó con salir del Govern, lo que tenía un valor relativo, porque con la convocatoria electoral ese Ejecutivo tenía ya los días contados.

Puigdemont preparó su discurso, convocó a los medios para las 13:30 y sus negociadores exigieron a La Moncloa el borrador del decreto que debía aprobar el Consejo de Ministros el viernes. No hubo tal envío, el acuerdo entre los ‘fontaneros’ autorizados no se cerró y se aplazó la comparecencia de Puigdemont hasta horas después, cuando ya rechazó la convocatoria electoral. Del alivio se volvió a lo peor. (...)

Destacados miembros del PDeCAT culpan al entorno de Puigdemont de la falta de acuerdo, pero también a la ausencia de gestos desde La Moncloa para favorecer a última hora el pacto, sobre la base de que el propio Rajoy ha transmitido estos días incesantemente su voluntad de evitar una aplicación del 155 que será muy difícil de gestionar en la práctica. (...)

Sin el acuerdo, el Gobierno de Rajoy aprobará ahora los decretos de aplicación centrados en el control de los Mossos, la intervención de las finanzas y del Centro de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CTTI) de la Generalitat. 

Tendrá un papel destacado el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo. Y si hay declaración de independencia, Puigdemont estará en los próximos días sin cargo y con muchas posibilidades de ingresar en prisión acusado de rebelión ante el Tribunal Supremo."              (Fernando Garea, El Confidencial, 27/10/17)


"(...) Cataluña es independiente en el orden retórico, se ha emancipado de España en la política-ficción. 

Y semejante placebo aspira encubrirse ahora con una llamada a la resistencia y con la coreografía de las movilizaciones organizadas.

 Cataluña es una república fantasma, y una comunidad autonómica real cuyo porvenir, credibilidad, seny, madurez, economía se ha visto expuesta a una implosión que ha maniobrado el cinismo de Junqueras.

Tendrá que responder a su grey del engendro que le ha construido. No ya con la devastación de los espacios democráticos, con la ferocidad del pucherazo y con la vacua superstición de la represión franquista, sino porque ha perseverado en la ruptura sin haber asumido el rechazo de la comunidad internacional, la fuga de la economía y el trauma de un pueblo dividido.

Cataluña no es independiente, pero experimenta al mismo tiempo las peores consecuencias de su anomalía y excepcionalidad "indepe". En sentido conceptual, por el estupor del oscurantismo nacionalista.

Y en sentido práctico, por cuanto el simulacro de una patria amañada y malparida ha precipitado una situación de aislamiento, de regresión y de empobrecimiento. (...)"     (Rubén Amón, El País, 27/10/17)


"Por unas horas, pareció en la mañana de ayer que el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, disolvería el Parlament, convocaría elecciones y resituaría a Cataluña en la senda del Estatut y de la legalidad.

Se cumpliría el doblete: “Ni DUI” (Declaración Unilateral de Independencia) “ni 155” (por el artículo de la Constitución que autoriza a intervenir puntualmente una comunidad autónoma). Muchos parecían felices con que se atenuara la tensión.


No solo es que pareciese que Puigdemont entraba en razón estatutaria, es que sus portavoces así lo afirmaban. Y los escasos disidentes-legalistas-internos lo confirmaban desde sus móviles semiclandestinos en el Palau, esta vez con apariencia victoriosa: situaron incluso el momento M a las 13.00, lo que se aplazó.

Hasta que a las cinco de la tarde, la hora torera de Lorca —“una espuerta de cal ya prevenida”—, se desinfló la expectativa.

¿Qué ocurrió en esas horas de desconcierto (habitual) y de esperanza (insólita)?
La explicación del protagonista fue sencilla, incluso simple. A cambio de descabalgarse del impulso de declarar la independencia, con la retirada concomitante del artículo 155 en ciernes, había “intentado obtener” algunas “garantías”.

¿Cuáles? No las detalló, las insinuó. La libertad de los dos Jordis (que no depende del Gobierno, sino de la Audiencia Nacional); la retirada de la Policía Nacional y de la Guardia Civil del territorio catalán (algo exorbitante, visto lo visto desde el 1-O); la renuncia de los fiscales a ejercer su oficio (más bien esotérico, para ser firmado).


La posibilidad de la salida racional que reclama Miquel Iceta es ahora infinitesimal (...)

Costará saber si esa explicación es fiable. Algunos indicios pespuntean que no. Porque en el ínterin, los socialistas habían apostado fuerte por el doblete “ni DUI, ni 155”.

Porque incluso el Gobierno mensajeó que si el retorno a la legalidad era claro, no habría obstáculo: otra cosa eran las declaraciones públicas, de intención disuasoria, esa ventaja de los poderosos, y de los aspirantes a serlo. Y el halcón Xavier García Albiol retuvo su bilis y dejó de amenazar.
Habrá pues que recordar los hechos.(...)
Nunca como en estos días, un Gobierno fue más eficaz en la destrucción de las instituciones de un país, Cataluña. El Govern y el Parlament han sido sustituidos, en el caos nocturno, por la amalgama desnortada o la mayúscula anomia, por un estrambótico estado mayor del secesionismo.

 Un sanedrín o pinyol oscuro, irresponsable y en nada transparente, que no responde a ningún control democrático, sino que manda a los consejeros —estos sí, responsabilizados en cuerpo y patrimonio ante la justicia— en total desprecio al arrumbado (por ellos) Estatut y sus normas.

Esa mezcla de soviet aficionado, somatén titubeante y patrulla boy scouts desbrujulada, marcará época y les perseguirá en los sueños de por vida, en contraste con aquella “cierta manera de hacer las cosas” que practicó el Molt Honorable Josep Tarradellas... y el general De Gaulle, o el canciller Helmut Kohl, o el presidente Franklin Roosevelt, todos ellos líderes (de distintas raigambres ideológicas) que remaron a contracorriente de las pulsiones más bajas alimentadas por sus respectivos populismos autóctonos.

En su día más dramático y decisivo, Carles Puigdemont careció ayer de la osadía de extraer las consecuencias del agujero en que él mismo se había metido, también empujado por su predecesor, y por sus socios, y por sus periodistas de cámara. (...)"                (Xavier Vidal-Folch, El País, 27/10/17)


"…Y Montilla huyó del Senado.

 José Montilla Aguilera, cordobés, primer secretario del PSC durante 11 años, alcalde de Cornellá, ministro de España durante 2 años, presidente de la Generalitat durante 4 años. Llevó a sus hijos al Colegio Alemán de Barcelona, un privado sin laimmersió. Su mujer ocupó simultáneamente 14 cargos en empresas públicas y privadas. Durante su presidencia de la Gene fomentó el nacionalismo y  su vice presidente Carod Rovira se entrevistó con la ETA en Perpiñán.  (...)

Hoy Montilla ha abandonado el Senado para evitar pronunciarse sobre las medidas para restablecer el orden Constitucional en Cataluña.

Hoy Montilla ha abandonado el Senado y a los millones de catalanes que un día votaron PSC y que hoy el nacionalismo pretende hacer extranjeros en su país. (...)

Montilla, què has fet?"                 (Dolça Catalunya, 27/10/17)

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