"(...) El “derecho de autodeterminación” es un abstracto que solo tiene aplicación para colonias y nunca la tiene para partes integrantes de un estado. No es ya que nadie vaya a reconocer el derecho de autodeterminación de Cataluña, es que la propia aceptación de que es Cataluña quien tiene este derecho y no “España” ya supone un criterio nacionalista.
Que no exista un pueblo español y sí un pueblo catalán es lo único que podría justificar el derecho de autodeterminación, y ese criterio es nacionalista y segregacionista.
Plantear que cualquier comunidad humana pueda generar su propio estado si quiere, en cambio, no sería un criterio nacionalista, pero sí infantil, absurdo y destructor social. Si consideras que Cataluña tiene derecho a generar su propio estado en base a eso entonces no puedes negárselo a Murcia, a la provincia de Vizcaya o al municipio de la Moraleja, y en el municipio de la Moraleja estarían muy contentos de tener esta posibilidad, porque así se podrían montar un paraíso fiscal en la sierra de Madrid y dejar de pagar impuestos más allá de las tasas de basura y alumbrado.
Esto de la Moraleja es una reducción al absurdo, pero es muy gráfico para ver qué pasaría si se permitiese ese “derecho” de cualquier comunidad humana para montar un estado: La redistribución de riqueza se iría al garete, las zonas ricas se desentenderían de las pobres e iríamos a una especie de remedo de anarco-capitalismo territorial.
La política está llena de contradicciones, pero éstas deben ser asumidas si no quieres ser un “idiota político” y hay que priorizarlas. Este derecho de que las comunidades humanas formen un estado y la igualdad económica son ideas contradictorias y excluyentes y hay que prorizar una de las dos.
Si quieres que las comunidades humanas formen el estado que quieran y lo prefieres por encima de la igualdad me parece muy bien, pero entonces no eres de izquierdas ni progresista, eres alguna forma de libertariano o anarco-capitalista y por tanto profundamente de derechas en un sentido económico.
Si se es de izquierdas y tu objetivo político y moral es conseguir la igualdad de derechos y también una relativa distribución de la riqueza, entonces te debes oponer a estos autodeterminismos que no están sostenidos por opresiones de la metrópolis, tiranías o falta de derechos.
Tampoco se debe presentar el conflicto anterior como igualdad vs democracia, no es así, de hecho es exactamente al revés. El independentismo, en un estado democrático, es moralmente antidemocrático y lo es por dos razones fundamentales: La primera es que la democracia es un sistema de convivencia que permite convivir con el distinto, con el que piensa diferente, mediante un sistema que equilibra la decisión de la mayoría con la protección de los derechos y libertades de minorías que, además, tienen representación y funciones políticamente reconocidas.
Romper el sistema democrático, el “demos” democrático, implica que no sabes convivir con el diferente, que no sabes ser minoría, que no aceptas las decisiones de la mayoría.
La segunda razón es que la democracia es un sistema de control continuo, de decisiones continuas que corrigen y cambian el rumbo de las anteriores. Por eso las cosas estructurales en democracia no se deciden por mayoría simple sino agravada, como pasa con las constituciones.
Una secesión democráticamente votada no tiene vuelta atrás, es definitiva (los estados no se separan para hacer posteriormente referéndums de unificación), y por tanto rompe esa posibilidad de reversión de la decisión.
Por eso desde el punto de vista democrático es exigible al menos unas mayorías agravadas y suficientemente amplias para tomar una decisión así (como se establece en la Clarity Act), y aun habiéndolas esto supone un problema conceptual importante ¿Y si esta mayoría fuese coyuntural y reversible? Al no haber posibilidad real de nueva unión estaríamos siendo poco democráticos si tomásemos una decisión de secesión sabiendo que puede ser coyuntural.
Estas realidades morales y de expresión de valores nos deben valer para acabar con una de las grandes falacias que escuchamos habitualmente, esta de que la secesión y la unión son moralmente iguales y equivalentes. No, no lo son, la unión dentro de un estado democrático es moralmente superior a la secesión.
No puede ser moralmente neutral una unión que garantiza la igualdad que una secesión que la rompe, no puede ser moralmente neutral una unión que representa la convivencia entre distintos que una secesión que abomina de ella, no puede ser moralmente equivalente un estado que permite unificar identidades que una secesión que te obliga a elegir identidad mediante la nacionalidad, etc.
No son iguales, no son moralmente equivalentes, en condiciones similares y si no hay ninguna estructura colonial ni antidemocrática que pueda justificar una ruptura, la unión representa los valores del progreso y de la izquierda y la secesión los de la derecha, los del egoísmo y la reacción endogámica. (...)" (La república heterodoxa, 03/11/15)
Que no exista un pueblo español y sí un pueblo catalán es lo único que podría justificar el derecho de autodeterminación, y ese criterio es nacionalista y segregacionista.
Plantear que cualquier comunidad humana pueda generar su propio estado si quiere, en cambio, no sería un criterio nacionalista, pero sí infantil, absurdo y destructor social. Si consideras que Cataluña tiene derecho a generar su propio estado en base a eso entonces no puedes negárselo a Murcia, a la provincia de Vizcaya o al municipio de la Moraleja, y en el municipio de la Moraleja estarían muy contentos de tener esta posibilidad, porque así se podrían montar un paraíso fiscal en la sierra de Madrid y dejar de pagar impuestos más allá de las tasas de basura y alumbrado.
Esto de la Moraleja es una reducción al absurdo, pero es muy gráfico para ver qué pasaría si se permitiese ese “derecho” de cualquier comunidad humana para montar un estado: La redistribución de riqueza se iría al garete, las zonas ricas se desentenderían de las pobres e iríamos a una especie de remedo de anarco-capitalismo territorial.
La política está llena de contradicciones, pero éstas deben ser asumidas si no quieres ser un “idiota político” y hay que priorizarlas. Este derecho de que las comunidades humanas formen un estado y la igualdad económica son ideas contradictorias y excluyentes y hay que prorizar una de las dos.
Si quieres que las comunidades humanas formen el estado que quieran y lo prefieres por encima de la igualdad me parece muy bien, pero entonces no eres de izquierdas ni progresista, eres alguna forma de libertariano o anarco-capitalista y por tanto profundamente de derechas en un sentido económico.
Si se es de izquierdas y tu objetivo político y moral es conseguir la igualdad de derechos y también una relativa distribución de la riqueza, entonces te debes oponer a estos autodeterminismos que no están sostenidos por opresiones de la metrópolis, tiranías o falta de derechos.
Tampoco se debe presentar el conflicto anterior como igualdad vs democracia, no es así, de hecho es exactamente al revés. El independentismo, en un estado democrático, es moralmente antidemocrático y lo es por dos razones fundamentales: La primera es que la democracia es un sistema de convivencia que permite convivir con el distinto, con el que piensa diferente, mediante un sistema que equilibra la decisión de la mayoría con la protección de los derechos y libertades de minorías que, además, tienen representación y funciones políticamente reconocidas.
Romper el sistema democrático, el “demos” democrático, implica que no sabes convivir con el diferente, que no sabes ser minoría, que no aceptas las decisiones de la mayoría.
La segunda razón es que la democracia es un sistema de control continuo, de decisiones continuas que corrigen y cambian el rumbo de las anteriores. Por eso las cosas estructurales en democracia no se deciden por mayoría simple sino agravada, como pasa con las constituciones.
Una secesión democráticamente votada no tiene vuelta atrás, es definitiva (los estados no se separan para hacer posteriormente referéndums de unificación), y por tanto rompe esa posibilidad de reversión de la decisión.
Por eso desde el punto de vista democrático es exigible al menos unas mayorías agravadas y suficientemente amplias para tomar una decisión así (como se establece en la Clarity Act), y aun habiéndolas esto supone un problema conceptual importante ¿Y si esta mayoría fuese coyuntural y reversible? Al no haber posibilidad real de nueva unión estaríamos siendo poco democráticos si tomásemos una decisión de secesión sabiendo que puede ser coyuntural.
Estas realidades morales y de expresión de valores nos deben valer para acabar con una de las grandes falacias que escuchamos habitualmente, esta de que la secesión y la unión son moralmente iguales y equivalentes. No, no lo son, la unión dentro de un estado democrático es moralmente superior a la secesión.
No puede ser moralmente neutral una unión que garantiza la igualdad que una secesión que la rompe, no puede ser moralmente neutral una unión que representa la convivencia entre distintos que una secesión que abomina de ella, no puede ser moralmente equivalente un estado que permite unificar identidades que una secesión que te obliga a elegir identidad mediante la nacionalidad, etc.
No son iguales, no son moralmente equivalentes, en condiciones similares y si no hay ninguna estructura colonial ni antidemocrática que pueda justificar una ruptura, la unión representa los valores del progreso y de la izquierda y la secesión los de la derecha, los del egoísmo y la reacción endogámica. (...)" (La república heterodoxa, 03/11/15)
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