"Dice, toda nerviosa, Sánchez Camacho que hay que hacer algo.
Tarradellas dijo lo mismo, aunque con más finura: «Catalanes, hagan
cualquier cosa menos el ridículo.» La dirigente del Partido Popular
quiere que se aplique a la financiación autonómica el llamado principio
de ordinalidad.
Lo que, para empezar es una ordinariez lingüística, porque el animalito va que se mata con principio ordinal,
que viene de orden. Y que tampoco es una novedad en el pensamiento
Sánchez Camacho, que ya lo ha planteado otras veces. En síntesis ese
principio supone que las comunidades autónomas reciben del Estado lo
mismo que aportan al Estado.
Un principio que, por supuesto no aplican ni de lejos los muy federales, e incluso confederales, Estados Unidos de América. Y que en Alemania se aplica, a partir de una sentencia de 2005 de su TC, en razón del número de habitantes y no en razón de la renta individual,
lo que frustra el discurso nacionalista, y yo diría que hasta el propio
principio, al menos en su aplicación española, y si no que se lo
pregunten a la muy poblada y poco per cápita comunidad andaluza.
Naturalmente lo que está diciendo Sánchez Camacho con este «hay que
hacer algo» es «hay que darles algo», lo que no deja de ser un enfoque
correcto de la situación, porque el derecho a decidir es, básicamente,
el derecho a recibir.
Su problema, sin embargo, es que para darles lo
que merecen a causa de su historia y de sus padecimientos milenarios la
única caja disponible es la de la solidaridad interterritorial. ¡La caja
común!, ya que la casa se acabó hace mucho tiempo. Cataluña no quiere
ser Madrid, sino el País Vasco.
Pero su desgracia es que tiene el peso
español de Madrid. Cualquier acercamiento al privilegio y la anomalía
vasca provocará la reacción de Madrid. Y la inviabilidad del Estado. De
ahí que no estaría de más que Sánchez Camacho se dejara de ordinarieces,
no vaya Madrid a hacer efectivo su derecho a decidir antes que nadie." ( Arcadi España, 07/10/2013)
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