"¿Esperaba la reacción contra la sentencia del 1 de octubre?
Hombre, no al detalle, pero suponía que montarían un buen pollo,
eso sí. Lo de los cortes de carretera ya lo habían hecho, es un
clásico, y era previsible. Ahora, las salvajadas que hicieron en
Barcelona ciudad, el nivel de agresividad y de violencia al que
llegaron, francamente no me lo esperaba. (...)
Uno podría pensar que la gente “de orden” (entre comillas), procesista
pero de derechas, se escandalizaría ante estos hechos. Porque hasta
ahora siempre nos habían vendido la moto de que eran pacíficos. Y más o
menos se habían mantenido en un cierto orden, en el sentido de no
incurrir en grandes acciones violentas.
Hablo de violencia física,
porque la psíquica la han practicado sistemáticamente: el acoso
psicológico contra las personas que no comulgan con sus ideas lo han
perpetrado siempre. Pero claro, la violencia física aún no había
aparecido de manera abierta.
El hecho de que después de aparecer esta
violencia física –la prueba palpable de que están dispuestos a lo que
sea con tal de conseguir sus objetivos-, nadie se escandalice y sigan
justificando tal violencia –es decir, aceptando que su fin justifica
estos medios-, pues no me lo esperaba. Y me demuestra que estamos ante
un monstruo más peligroso de lo que podía pensarse hace un tiempo.
Justamente quería preguntarle eso: ¿cómo interpreta que una
parte considerable de una sociedad acomodada y consumista como la
catalana -y no precisamente su parte más precaria o vulnerable-
justifique esta violencia y refuerce electoralmente a los partidos que
la avalan? ¿Estamos ante una esquizofrenia?
Es que yo creo que ya no es una esquizofrenia. Antes podíamos pensar que había esquizofrenia, pero ahora no. Es gente que da por hecho -y espero que se equivoquen- que podrán mantener sus niveles de renta y su bienestar material aunque opten por este tipo de medios. También creo que tienen la esperanza -que espero sea ilusoria- de que con estas pruebas de fuerza finalmente conseguirán una cierta claudicación por parte de los gobiernos del Estado.
Es que yo creo que ya no es una esquizofrenia. Antes podíamos pensar que había esquizofrenia, pero ahora no. Es gente que da por hecho -y espero que se equivoquen- que podrán mantener sus niveles de renta y su bienestar material aunque opten por este tipo de medios. También creo que tienen la esperanza -que espero sea ilusoria- de que con estas pruebas de fuerza finalmente conseguirán una cierta claudicación por parte de los gobiernos del Estado.
Y que, por tanto, van a seguir
manteniendo sus privilegios actuales -porque la población de Cataluña en
muchos aspectos está privilegiada respecto a otros territorios de
España-. Y que además conseguirán, como se suele decir, el gordo: ya les
tocaba la pedrea cada año, pues ahora les caerá el gordo. Por
tanto, han demostrado una catadura moral que en absoluto concuerda con
la imagen que proyectan de sí mismos y que nos quieren vender.
O sea,
que ahora no me dan ninguna lástima. No me puedo alegrar, claro, por los
que perdieron el ojo durante los disturbios de octubre pasado; pero
pienso que se lo han buscado y que, por tanto, no derramaré ni una
lágrima de mis ojos por los ojos que han perdido. Se lo han buscado y se
lo han ganado a pulso. Ninguna conmiseración, solidaridad o
comprensión. Por mí, como se dice vulgarmente, que les den.
Muchos dan el Procés por amortizado pero… ¿es posible
que, producto de la fatiga, el afán de apaciguar la situación y también,
evidentemente, de la necesidad de alcanzar un gobierno estable, el Procés finalmente gane, habiendo perdido? ¿Es decir, que consiga ciertos réditos que vayan más allá de la Constitución?
Dependerá de hasta qué punto los tiene bien puestos (y perdón por la expresión) el gobierno de turno. Claro, si el gobierno de turno antepone ciertas ventajas que considera que son de rango superior -no digo ya ni siquiera por intereses de partido, sino de grupo dominante dentro del partido; o por una concepción un tanto irenista de lo que es la convivencia en un país como España-, si antepone esto, repito, a ser políticamente honesto y no aceptar chantajes, entonces sí que el Procés puede acabar consiguiendo ciertas prebendas.
Dependerá de hasta qué punto los tiene bien puestos (y perdón por la expresión) el gobierno de turno. Claro, si el gobierno de turno antepone ciertas ventajas que considera que son de rango superior -no digo ya ni siquiera por intereses de partido, sino de grupo dominante dentro del partido; o por una concepción un tanto irenista de lo que es la convivencia en un país como España-, si antepone esto, repito, a ser políticamente honesto y no aceptar chantajes, entonces sí que el Procés puede acabar consiguiendo ciertas prebendas.
Pero claro, esto podría generar
una situación de enfrentamiento civil gravísima en el conjunto del país.
Espero que se lo piensen bien antes de caer en esta trampa. Porque es
evidente que la gente que hemos sufrido, que estamos sufriendo el
chantaje permanente de los sectores independentistas no nos vamos a
quedar parados.
O sea, que si el gobierno no es capaz de enfrentarse a esta situación,
habrá gente de a pie que se enfrentará. Eso lo garantizo. No porque yo
tenga capacidad alguna para influir en esta línea; sino porque estoy
palpando, viendo cada día que esta disposición de ánimo existe. Si el
gobierno no hace su trabajo, habrá gente que lo hará de otra forma. De
mala manera, naturalmente, porque es el Estado quien tiene el monopolio
de la fuerza
. Y si esta responsabilidad la asume otra gente, pues lo
hará de un modo que no será aceptable desde el punto de vista ético y
político, pero que será una salida forzada a la que muchas personas se
verán abocadas. Y esto es, en mayor o menor grado, una guerra civil. No
guerra con armamento, de momento… pero vamos, menos armamento pesado,
puede haber de todo. Lo siento mucho, pero lo veo así. (...)" (Entrevista a Miguel Candel, Luis Caldeiro, El Triangle, 18/01/20)
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