"Escribo últimamente que no debemos hacernos falsas
ilusiones por lo que pueda dar de sí la actual política: Sabemos lo que
podemos esperar de las diversas derechas, y estamos curados de espantos.
Porque sabemos que las políticas que nosotros defendemos, y que
intentamos que avancen y se organicen, hace tiempo que están en clara
desventaja con las que nos pretenden imponer desde las derechas.
Pero ahora, además, a las derechas
históricas de toda la vida se les unen de forma visceral las derechas
nacionalistas, que ya no tienen bastante con pactar las políticas más
conservadoras con PP y con el PSOE, sino que han decidido, también,
crear una republiqueta reaccionaria (una republiqueta de pizarrín, que
nos avergüenza a las republicanas y los republicanos de verdad), para
poder seguir recortando los derechos sociales y laborales de las clases
trabajadoras; y, de pasada, para seguir robando. Para seguir robando,
como han hecho lo siempre: con Franco, con Pujol, con Mas, con Puigdemont o con Torra.
Lo de la derecha española, es sabido; lo
de la derecha catalana, también. Pero cuando nos encontramos en la calle
a una especie de masa horneada que obedece que obedece y sigue sus
consignas de una forma tan ciega, tan fanática, y tan fascistizante, la
cosa se vuelve ya verdaderamente aterradora. Y mucho más cuando la
propia izquierda se convierte en la palanganera de esa derecha
nacionalista, ahora convertida en secesionista, incluso en una bufonada
como la de octubre de 2017.
Y de eso, en el fondo todos tenemos
culpa: porque todos, en el pasado (por una inercia uno poco ignorante, y
que conste que yo el primero), hemos defendido paparruchas como que el
derecho de autodeterminación fuese aplicable, sin más, a los distintos
territorios de España. Hasta que algunos, y alguna, pero aún pocos y
pocas, hemos decidido bajarnos del burro.
Por tanto, y para no alargarme, tenemos
un momento difícil: no solo por las políticas que nos imponen las
derechas –las de aquí y las de fuera–; sino, sobre todo, por la falta de
una izquierda real que sea capaz de hacerles frente: una izquierda con
principios, una izquierda con valores, y una izquierda que defienda la
unidad solidaria e internacionalista de todos los trabajadores.
Y tenemos una dura tarea por delante: la tarea de reconstruir, o de construir de nuevo, esa izquierda necesaria. (...)" (Francisco Frutos, ex-secretario general del PCE, Crónica Popular, 21/12/19)
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