"(...) Después de todos estos años y llegados al momento actual, creemos que
es un buen momento para exponer brevemente unas tesis medio
explicativas y medio interpretativas del susodicho proceso.
Primera tesis: el procés como desviación de las protestas sociales
Se acostumbra a decir —quizás ya es por todos aceptado— que el
proceso de independencia es y ha sido un manto que ha tapado problemas y
también protestas sociales. En efecto, hacia 2011, un año después de la
gran manifestación de repulsa a la sentencia del Estatut y un año antes
de las elecciones anticipadas convocadas por Mas en las que se presentó
como un mesías, estalló el movimiento 15-M, que en Cataluña, en junio
de ese mismo año, llamó a “rodear” el Parlament.
Cabe recordar que el
día en que se convocó esa concentración el Parlament debatía los
presupuestos de austeridad... y también que el presidente Mas llegó en
helicóptero al hemiciclo. Sin duda, unas protestas que un gobierno de
derecha de orden no podía permitir.
Aun así, quizás no prestamos demasiada atención al hecho de que la
forma de ignorar las protestas sociales no fue tanto taparlas como
desviar la atención hacia otro tema. El procés nació como una
forma de recoger el descontentamiento popular, que desbordaba a la vez
por la multitudinaria manifestación de julio de 2010 y por las acampadas
“indignadas”, y reconducirlo, de tal forma que las ansias
independentistas y las excusas que señalaban a Madrid fueran
preponderantes. La voz independentista se amplificó y se acogió como la
voz de las protestas sociales, a la vez que se acalló lo que podía
llevar a indignación popular descontrolada, notablemente la crítica a la
profunda corrupción que empezaba a emerger en la derecha catalana.
Es
un ejemplo de ello la llamada “Consulta sobre el futuro político de
Cataluña 2014”, aquella especie de referéndum —que se cuidó mucho de no
ser designado como tal— que incluía una doble pregunta. Pues bien,
activistas y movimientos sociales, que empujaban hacia la soberanía
popular —a veces por la vía ciertamente de la independencia—, en
realidad pretendían hacer un “multireferéndum” en el que se decidiera
democráticamente sobre cuestiones de derechos sociales.
Evidentemente,
nada de esto fue aceptado e incluso se podría decir que en aquellos
momentos ICV-EUiA discutió más sobre el redactado de la doble pregunta
de esa consulta que sobre el contenido de la misma en relación a las
condiciones socioeconómicas de la población. (...)" (Héctor Xaubert, Mientras Tanto, 07/12/19)
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