"(...) El pasado martes, cuando se conoció la propuesta de resolución que
Junts pel Sí y la CUP presentaron en la Mesa del Parlament, mucha gente
tomó conciencia de la dinámica aislada en la que ha quedado atrapado el
independentismo.
En lugar de formular alternativas en función de los
resultados electorales para adecuar el proceso a la realidad (como el 16
de octubre planteaba Rafael Nadal en el lucidísimo “El gran
desconcierto”), la propuesta de resolución era una afirmación descarada
de la voluntad de saltarse la legalidad -la que garantiza derechos y
deberes, los de todos- por parte de los partidos a quienes votaron un
47,8% de los ciudadanos que acudieron a las urnas.
Así el peligro de
descarrilamiento del proceso es más alto que nunca porque no sólo se ha
reactivado afirmando que la vía que seguirá será la de la ilegalidad
(pudriendo relaciones institucionales carcomidas, hipotecando su
hipotético reconocimiento internacional) sino que lo hace en un momento
en el cual, al margen del tóxico de la corrupción que afecta a su pilar
-Convergència Democràtica-, su potencial legitimidad ha quedado
debilitada por unos resultados que fueron insuficientes para impulsar
la acción rupturista que se desprende del texto de la resolución.
El barco va a la deriva. El iceberg está allí. Hay que decirlo sobre
todo desde el catalanismo, desde sus ruinas, porque sí, el catalanismo
clásico ha quedado liofilizado como consecuencia de la tensión que el
proceso ha impuesto a nuestra vida política e intelectual.
Toda vez que
ha cuajado la idea de que el pacto es imposible, en la medida en que ha
interesado esquematizar nuestra sociedad entre los unionistas traidores y
los revolucionarios de las sonrisas -un vómito argumental como tantos
otros, como decir, con esa alegría, que estamos en guerra-, el
catalanismo ha quedado prisionero de un chantaje patriótico que ha
contado con la coartada permanente de la mala política del Gobierno
popular (entre el autismo presidencial y los mamporros de una
Constitución capada). (...)" (En el tumulto, Jordi Amat, La Vanguardia, 1.11.15, en Arxivador)
No hay comentarios:
Publicar un comentario