2/11/15

El derrumbe de un régimen autoritario (y lo fue el pujolismo, la «dictadura blanca») tiene su última expresión es el desprecio a la democracia que supone la secesión

"(...) Es difícil sostener que la corrupción familiar de los Pujol sea independiente del tipo peculiar de impunidad que da el nacionalismo, una ideología que como prueban estos últimos 30 años catalanes pervierte la democracia hasta hacer irreconocibles algunos de sus rasgos básicos. 

Y, por supuesto, el intento de secesión, por la ley, o como aquí y ahora se pretende, por la fuerza, es el destino natural de todo nacionalismo.

La descomposición del régimen pujolista ha traído y traerá a Cataluña y al resto de España malas consecuencias.  (...)

El derrumbe de un régimen autoritario (y lo fue el pujolismo, la «dictadura blanca» que tan precozmente observó Tarradellas: su última expresión es el desprecio a la democracia que supone la tentativa secesionista) suele comportar zozobras de todo género. Los happenings familiares de las últimas Diadas se han acabado. 

En el horizonte se vislumbra la intervención de la autonomía y algunos disturbios en las calles: quizá vuelvan, desastrosamente, a Barcelona aquellas violencias que cesaron casi por ensalmo, y de modo tan curioso, hace tres años. La duración e intensidad de la crisis dependerá de la firmeza y del sentido político del Gobierno. De este, pero sobre todo del Gobierno que venga."        (Arcadi Espada, El Mundo, 28/10/2015)

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