"(...) Con la independencia, Cataluña será un país nórdico.
Una declaración unilateral de independencia probablemente termine por
ser muy costosa para ambas partes, a pesar de la insistencia de muchos
independentistas en afirmar lo contrario. Aparecerán nuevos costes y
riesgos que se deben tener en cuenta.
Uno de estos costes sería la disrupción del comercio.
Si comparamos
los patrones de comercio que Cataluña tiene hoy en día con el resto de
España y con los demás países de la Unión Europea, resulta evidente que
Cataluña no se comporta como un “país normal”. Cataluña vende más a
Aragón, o la Comunidad de Madrid, o a Valencia, que a Francia; y a
Andalucía más que a Alemania.
Ningún país europeo concentra tantísimo su
comercio en un socio tan pequeño como es el resto de España. El motivo
de esta concentración no es que las fricciones comerciales de Cataluña
con el resto de Europa sean altas —son las esperables—, sino que las
fricciones con el resto de España son extraordinariamente bajas.
Como aproximación a cómo los patrones del comercio catalán con el
resto de España pueden cambiar, podemos realizar el ejercicio
intelectual de sustituir las fricciones comerciales que Cataluña tiene
con el resto de España por las que España tiene con el país del mundo
con el que tiene menos fricciones: Portugal.
En ese ejercicio, la
disminución del comercio bilateral entre Cataluña y el resto de España
es descomunal, y supone una reducción muy severa del PIB catalán y otra
muy importante del PIB del resto de España. La pérdida neta para ambas
partes no es baladí.
Además, a corto plazo los procesos de separación siempre son costosos
porque repartir activos y pasivos no es fácil. Como no hay ni contrato
que regule el reparto ni una judicatura que lo supervise, los conflictos
se agudizan.
Mientras duran las discusiones, el valor de los activos
disminuye y el valor de los pasivos aumenta. En este sentido, la
independencia unilateral se parece a los divorcios; es muy improbable
que nadie salga beneficiado económicamente.
Por ejemplo, supongamos que el presidente de la Generalitat amenazase
con no pagar la parte de la deuda de España que le corresponde a
Cataluña, para mejorar su posición negociadora. Obviamente, el Gobierno
español no lo aceptará, sus tenedores dejarán de respaldarla, habremos
creado nuestra propia crisis de la deuda soberana y no estaremos dando
la imagen de una democracia nórdica consolidada. (...)" (
Ramon Marimon /
Javier Díaz-Giménez /
Juan F. Rubio Ramirez /
Sevi Rodríguez Mora
, El País, 26 SEP 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario