"(...) los talibanes de la nueva verdad histórica reforzada por sus historiadores más eminentes -el viejo maestro Josep Fontana se ha vuelto muecín de mezquita
(almuédano, se decía en castellano antiguo) y ha proclamado que los
catalanes históricamente somos superiores a los castellanos, que no
merecen ni que se les explique su inferioridad; una idea que tuvo ya
gran éxito en África del Sur.(...)
Josep Fontana, conspicuo estalinista y rojo oficial, al que en su momento sus colegas universitarios, siempre tan solidarios, negaron la categoría de “catedrático emérito”
-deberían volver a reunirse y corregir la pifia ahora que es de los
nuestros y en grado superlativo-. Sugiero la lectura de su reciente
entrevista en El Periódico de Catalunya, de la que aún me
cuesta dar crédito, pero que quizá ayude a adentrarse en la paranoia que
vivimos y de la que va a ser difícil salir. (...)" (Sobre la disolucción de la izquierda (1), de Gregorio Morán en La Vanguardia, en Caffe Reggio, 25/10/2014)
"«Estimado Arcadi:
Me han pasado esta entrevista de Fontana en El Periódico, harto risible y con la que le propongo un juego:
Sustituya los vocablos Alemania-Alemanes por Cataluña y Catalanes, y Castilla-Castellanos por Israel y judíos. ¿Es lógico? ¿verdad? Entra dentro de la tendencia general, ya presente de manera soterrada en Xammar y otros, de xenofobia anticastellana.
Esto, a inicios de siglo, se ocultaba con ironía: no querían pasar por intolerantes. Ahora se invocan identidades de 1000 años desde una ciencia social como la Historia. Y este tipo fue comunista, dicen.
Leí su historia del siglo XIX: encontré cientos de errores. Me dolió aquel donde acusaba a Castelar, ese pobre patriota español que sabía hablar catalán-valenciano, de ser un golpista. No podía hacerlo de otro modo: Pi y Margall suponía el modelo perfecto, su némesis tenía que ser injuriado. Era catalán, no gaditano.
En fin, muerte a los profetas y las religiones.
Suyo afectísimo.
Julio Tovar» (Arcadi Espada, 25/10/2014)
"Josep Fontana: «Mil años nos han ido haciendo diferentes».
(...) -¿Es un ensayo sobre la existencia continuada de una identidad...
-De alguna manera lo es. (...)
-Y aquí vienen los siguientes capítulos. El fracaso de los proyectos ilustrado y liberal.
-El
proyecto de hacer una nación española rechaza la idea de que lo que se
necesita es sujetar a la gente de aquí a las leyes de Castilla. Esta
burguesía en el XIX renuncia a la lengua y tiene ese entusiasmo porque
quieren construir una cosa nueva.
-Afirma que ese fracaso del
proyecto liberal era inevitable porque no se podían fusionar dos
sociedades distintas con mentalidades distintas.
-Vilar
explica que el gran drama es que se crean dos sociedades que funcionan a
velocidades diferentes, que son diferentes, una agraria y otra
industrial en la que se desarrollan por ejemplo los primeros sindicatos
en los años 40 del siglo XIX.
-En muchos momentos del libro, refiriéndose a fenómenos muy alejados, aparecen frases que podrían ser vigentes hoy mismo. Hablando
del compromiso de Caspe, habla de la reiterada tendencia de las clases
dirigentes catalanas a hacer pasar por delante sus intereses.
-Eso pasa siempre. (...)
-Otra, refiriéndose a la segunda guerra carlista: «Madrid no entiende nada»...
-La
sociedad castellana en la baja edad media tiene un problema
considerable, el de las tres religiones. En lugar de tolerancia, un
problema. Nosotros no nos libramos, pero no marca tanto nuestra cultura.
La palabra raza es una palabra de origen castellano en cualquier
lengua del mundo.
Raza era un defecto en un tejido. Y se transmite ese
significado a la raza de moros y judíos.
Este hilo de
intolerancia hace que nunca acaben entender que los otros hablen
distinto, que sean distinto. O que quieran tener unas formas de vida
distinta. No lo entienden. Y ese no lo entienden lo ves cada día. Han sido educados para no entender nada. Y cualquier cosa que se les ponga por delante...(...)" (Entrevista a Josep Fontana, El Periódico, 22/10/2014)
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