“De forma generalizada la pedagogía
recomienda la enseñanza en la lengua materna, tanto por razones mentales
como afectivas. La inmersión lingüística es siempre algo excepcional y
limitado, salvo en ciertos contextos de conquista política.
La inmersión
se reduce a la de minorías en países extraños o a la de minorías
sociales que, con fuerte seguridad cultural y lingüística, invierten en
una lengua de "prestigio"; pero nunca es masiva ni obligatoria ni
dirigida a las clases populares, que, por lo general, no pueden ofrecer a
sus hijos un refuerzo compensador del trauma mental y afectivo.
En
Cataluña, sin embargo, en contra de la ley de normalización lingüística,
a miles de niños de extracción popular se les da el cambiazo
lingüístico. Esta situación la sufre una mitad de la población infantil,
pues la otra ve respetados sus derechos lingüísticos. Sin embargo, esa
otra mitad no "goza" de la inmersión en castellano. No hay razones que
justifiquen tal discriminación”.
ISIDRO CABELLO HERNANDORENA Licenciado en Filología Hispánica, Clásica e Inglesa. Terrassa” (Carta de un lector de La Vanguardia de 3 de enero de 1993
(...) Lector habitual, entre otros diarios impresos, de esa denostada y
decadente publicación diaria que es La Vanguardia, llamó mi atención 'La Contra'
aparecida en la misma el 23 de mayo de 2007 en la que se entrevistaba a
un coronel del ejército israelí y editor catalán, Miquel Salarich, el
cual a la pregunta sobre si sabía hebrero, contestaba (sic):
“Lo aprendí
después en los ulpan, una especie de kibutz, en los que hacíamos
inmersión lingüística en hebreo; además de trabajar. Era duro, pero
eficaz: hasta que sueñas en hebreo no te sueltan. Fue el modelo que
copió la Generalitat después para su inmersión lingüística escolar en
catalán”. (...)" (Antonio-Francisco Ordóñez, Crónica Global, Jueves, 18 de septiembre de 2014)
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