"Al amparo del referendo escocés, presentado como un ejemplo de
democracia a pesar de su resultado negativo, el Govern catalán ha
convocado su propia consulta imposible para provocar su prohibición.
Así
podrá generar un espectacular auto de fe: primer acto, la fanfarria
preparatoria del acontecimiento que no tendrá lugar; segundo acto, la
prohibición del Estado español; y tercer acto, el martirologio de
Cataluña, a quién se prohíbe ejercer el mismo derecho que Escocia.
Una
comparación que parte de un equívoco, pues la mayor similitud entre
ambos referendos es que las opciones de victoria soberanista no se deben
al dudoso atractivo de la secesión, que en realidad sólo una minoría
aprecia, sino al deseo de castigar a la casta dirigente. (...)
Pero la gran diferencia entre ambos referendos es que el fallido escocés
se ha jugado con fair play y exquisita deportividad, mientras que el
frustrado catalán está afectado de raíz por la trampa, el engaño, el
fraude y el juego sucio. (...)
La pretendida consulta nació como un chantaje unilateral que rompía las
reglas de juego en virtud de un imaginario derecho a decidir, para
exigir un referendo de autodeterminación disfrazado de “consulta no
referendaria” que se convoca en tiempo de descuento a sabiendas de que
no se puede celebrar para burlar al rival “con astucia y habilidad”. (...)
Pero en última instancia las marrullerías siempre se justifican por puro
patriotismo, pues ya se sabe que en el amor como en la guerra todo
vale. Todo revestido con una épica grandilocuente que se compadece muy
mal con la ridícula farsa en que está cayendo el vodevil catalán." (Juego sucio, de Enrique Gil Calvo en El País, en Caffe Reggio, 29/09/2014)
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