"(...) Queda hablar de la manifestación del pasado jueves 11 de septiembre, de
la gran manifestación de la definitiva-crucial diada de 2014. (...)
Mas, que jamás ha recibido a líderes sociales tras una manifestación
contra sus políticas neoliberales, recibió una vez a las dos fuerzas
convocantes, como ha hecho estos últimos años. Luego compareció ante la
opinión pública, identificó una parte con el todo, dio muchos ánimos y
venga, a seguir apretando, a seguir acelerando hasta el borde del
precipicio. Ellos, en el fondo, no corren riesgos. (...)
La movilización ciudadana acogió en varios de sus tramos
reivindicaciones sociales. Así, en la confluencia de Gran Vía con
Balmes, el llamado en las crónicas “bloque social” (¿los otros bloques
eran anti-sociales o no-sociales?) clamó contra los recortes. CCOO y
UGT, sumisas en general hasta el cansancio, eran dos de las fuerzas
convocantes. No fueron las únicas. Otras fuerzas sindicalistas
alternativas también lo hicieron. Para mi estupor, mi propio sindicato.
El Procés Constituent, por su parte, se manifestó ante el Deutsche
Bank para denunciar la dependencia de los bancos: “el derecho a decidir
no se limite a la independencia, sino que también permita decidir sobre
la deuda y los servicios públicos”.
En este grupo se encontraban varios
miembros de las Marchas de la Dignidad, que decidieron en su día
(desconozco los motivos) apoyar el proceso soberanista catalán. Entre
los presentes, Diego Cañamero. Con sus palabras: “está claro que una
parte importante del pueblo catalán quiere un cambio sustancial de la
estructura del Estado. Hay gente de todas las condiciones sociales y de
todas las edades”.
Cañamero, como es normal, no conoce bien la
composición social y del país. La presencia de las clases medias, la
ausencia de las clases trabajadoras del extrarradio, la presencia de
gentes de otros lugares de Cataluña fue abrumadora. Según el líder del
SAT: “Hace falta abrir un proceso constituyente en todo el Estado y
romper con el 78. Si Cataluña avanza en esta línea, nos ayudará a
hacerlo al resto de los pueblos”.
No explicó la razón de esto último y
parece afirmar y apoyar a un tiempo un proceso constituyente en todo el
Estado (supongo que para hermanar fraternalmente los pueblos y
comunidades) y otro en Cataluña (que es, obviamente, para romper).
La manifestación del 11-S también contó con el apoyo de representantes
madrileños de las Marchas de la Dignidad. Víctor Jiménez, de Vallecas,
destacó la importancia de que el proceso fomente “la unidad de clase y
que sea un proceso realmente liberador. Si no, no será válido”.
Pues, entonces, si aceptamos la reflexión, a todas luces no será válido…
porque fomentar la unidad de las clases trabajadores es un objetivo
años-luz alejado de las finalidades esenciales de las fuerzas
independentistas que dirigen el proceso e incluso, me atrevería a
apuntar, de una gran mayoría de participantes.
¡Qué les impostará a
ellos, a los convocantes autodenominados soberanistas, la situación de
los trabajadores andaluces, aragoneses, extremeños, gallegos o vascos!
¡Son de otro mundo, de otro etnia, de otra clase! Ni una perra gorda. (...)" (Salvador López Arnal, Rebelión, 13/09/2014)
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