"(...) En definitiva, el clima político creado en Cataluña a lo largo de estos
años ha alcanzado sus fines: ampliar el número de partidarios de la
independencia. Se ha partido del lema “el Estatuto de 1979 ya no nos
sirve” para llegar al “España no nos sirve”, pasando por “en la
Transición nos equivocamos al ceder demasiado”, “la Constitución se hizo
bajo presión del franquismo”, “el TC es un órgano político y no
jurisdiccional”, “con los impuestos que pagamos los catalanes vive media
España”, “la situación de la lengua catalana está peor que nunca”,
“España es un Estado centralista”.
Esta pedagogía del odio ha hecho
mella en el ciudadano: escuela, medios de comunicación, instituciones de
la sociedad civil (entre ellas las distintas directivas del Barça),
partidos políticos (incluidos los no oficialmente nacionalistas) y hasta
sondeos demoscópicos manipulados, han contribuido a ello, todos a una.
La hegemonía cultural ha pasado del paciente catalanismo político
autonomista al independentismo más impaciente: “España está débil: ahora
o nunca”.
Este es el actual momento político catalán. Mírese por donde se mire, la salida ya no puede ser buena: será mala o muy mala. A eso hemos llegado porque durante varias décadas se ha producido lo que la socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann denominó, en un libro del mismo nombre, “la espiral del silencio”.
¿En qué consiste tal fenómeno? Consiste en que un punto de vista llega a
dominar la escena pública cuando los demás —aunque en el punto de
partida fueran mayoritarios— enmudecen. En efecto, ganan aquellos que
tienen “energía, entusiasmo, ganas de expresar y exhibir sus
convicciones” y pierden quienes callan.
En la naturaleza humana hay una
inclinación a formar parte del bando vencedor, nadie quiere quedar
aislado. Ya lo observaba Tocqueville al referirse a la Revolución
Francesa: “Temiendo más la soledad que el error, [los contrarios a la
Revolución] declaraban compartir las opiniones de la mayoría”. Años
después, el sociólogo Tarde advertía que las personas tienen miedo al
aislamiento de los demás y desean ser respetados y queridos por ellos.
“Si lo dice la mayoría… es que es verdad”: esta es la consecuencia de la espiral del silencio. La mayoría, naturalmente, está compuesta por quienes hablan, no por quienes callan. Y, como dice Noelle-Neumann, para que en una sociedad se produzca el fenómeno de la espiral del silencio es preciso que previamente se infunda miedo, que los individuos tengan la percepción de que si se desvían del clima de opinión que se supone mayoritario están amenazados con el aislamiento y la exclusión.
Es en
ese clima que los individuos cambian de opinión: no tras un proceso en
el que han sido convencidos mediante argumentos razonables sino debido a
la presión social que amenaza al díscolo con el aislamiento y la
expulsión.
En Cataluña, durante más de treinta años, ha habido y hay miedo a la soledad y a la exclusión. Miedo en las personas, en los grupos y en los partidos políticos. Miedo en la sociedad.
El
nacionalismo ha dominado la escena y ha excluido, cuidando de que no se
notase, las voces críticas. Los callados, para autojustificarse, se van
pasando al independentismo que creen está a punto de triunfar. Es la
espiral del silencio. Frente a esta realidad, alguien con autoridad, en
Cataluña y en España, debería superar el miedo y empezar a hablar." (EL PAÍS 30/12/13, FRANCESC DE CARRERAS, en Fundación para la Libertad)
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