" (...) El pujolismo fue mortal. Aquí la compra del personal ha sido
la táctica pujolista por excelencia. Aquí se ha comprado a gente, se ha
comprado a todo. Y además a un precio de saldo. La izquierda, sobre
todo.
No me canso de decirlo, el 1976-1977 aquí fueron los mejores años.
No había ningún lugar de España con la fuerza, el dinamismo, el giro
social y político que había en Cataluña. En tres años lo liquidaron. El
PSUC se suicidó en un año. Fue todo muy rápido. Y luego Pujol consiguió
comprarlo todo.(...)
La independencia es un planteamiento a partir de la quiebra. Quiebra
el Estado catalán y entonces de pronto tiene que echarse la culpa a
alguien. Entonces, “España nos roba”. O lo de Mas en los Estados Unidos,
que dijo: “Nosotros no pertenecemos a esa clase de españoles que duerme
la siesta”. Es de una estupidez soberana.
El problema es volver a la
realidad. Pujol fue un hombre que impregnó toda la vida política
catalana de una manera absoluta. Y planteó una cosa muy clara: está bien
ya de autocrítica y, ¿nuestra autoestima? Pues se acabaron los fondos.
Y, ¿qué hacemos? ¿Lo hemos hecho mal nosotros? No, tiene que haber
alguien que lo haya hecho mal.
Es muy simple. En política, como
demuestra Berlusconi, los mecanismos son muy simples. Aquellas vueltas
que le dábamos, berlinguerianas y gramscianas de hace tropecientos años,
están bien, pero la política es mucho más simple.
Jordi Pujol es una de sus obsesiones como articulista. ¿Qué opina de él?
En mi opinión fue un líder con enormes limitaciones que además
impregnó la sociedad catalana de elementos no demasiado positivos, por
no decir todo lo contrario. Pero mientras no se constituyó en la familia
de Kim Il Sung… Eso no se sabe cómo va a acabar, pero no tiene muy
buena pinta.
¿Te imaginas el caso Palau o el caso ITV siendo un país
independiente? Esto es Kosovo. Ni Prenafeta entra a la cárcel, ni nada.
La independencia consiste en la impunidad de estos caballeros. Absoluta.
Esto sitúa a la izquierda en una posición difícil, por no decir
imposible.
¿Las nuevas generaciones han estado impregnadas de lo que usted llama el pujolismo?
Desde luego. Sobre todo en las comarcas. Si quieres hacer un
reportaje brutal, viaja a pueblos y a las escuelas. Pero métete dentro.
Ahí verás esteladas. Están haciendo niños cantores. El ser diferente
aquí ya empieza a ser algo que me recuerda mucho al pasado. No tiene
nada que ver con el franquismo. Pero es incómodo. Es muy incómodo.
¿Ve un punto de inflexión en este proceso?
No. Creo que hubo una notable irresponsabilidad. La izquierda en
Cataluña se liquidó muy rápidamente. Aquí no están claros términos que
en Italia pueden parecer obvios. Aquí lo que domina es la Liga Norte. No
hay otra ideología. Lo único que hay es ir contra Madrid. El lío ahora
es que hay una parcial ideología en lo de la independencia. Y los de CiU
están aterrorizados.
En Cataluña había un tejido muy italiano durante
la transición: unos partidos muy enraizados con unas clases sociales que
les apoyaban, un tejido de barrios y de Ayuntamientos… Lo destruyeron
todo ellos mismos. Los colocaron a todos. Fue muy sencillo. Y barato.
Porque había dinero y tampoco eran tantos. Y se liquidó.
Todo esto dejó
una situación tan insólita como la que se vive ahora en que nadie sabe
qué demonios va a pasar mañana. Lo único que sabes es que debes seguir
reivindicando una cosa que lo más probable es que no se pueda hacer. Una
situación política como esta es muy difícil de resolver. (...)
¿Por qué en Asturias, donde existe una identidad muy fuerte, no hay un nacionalismo fuerte?
Eso es un problema histórico. Empieza ya en el siglo XIX. No hay una
burguesía que lo sustente y la clase obrera estaba en una pelea que no
era precisamente nacionalista. En Asturias, como en Cataluña, como en
todos los sitios, la discusión es siempre la misma:
izquierda/nacionalismo.
Y la izquierda es internacionalista. Esto es una
obviedad. Es la diferencia entre Garibaldi y los fundadores de la
República Italiana. Es decir, si vas en unas posiciones radicales el
nacionalismo atenúa la fuerza del radicalismo.
¿Cómo se explica entonces que la izquierda catalana sea en gran parte nacionalista?
Bueno, primero porque dejó de ser izquierda.
¿No puede haber una izquierda nacionalista?
No, es una frivolidad política. Cuando empieza la invasión nazi de la
URSS, ¿qué saca Stalin? La patria. Cambia el himno, cambia los símbolos
y es la gran patria rusa. Si un hombre como Stalin lo hizo, es que esto
funciona. El nacionalismo funciona. Es la Liga Norte. ¿Qué ideología
tiene la Liga Norte? ¿Y Convergència i Unió?" (Entrevista a Gregorio Morán, Steven Forti, Atlántica XXII, Rebelión, 27/09/2013)
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