"(...) He empezado a leer Secesión,
el libro de Buchanan, un clásico sobre el asunto, al parecer, que ha
editado Ariel. El estilo del jurista es de una pelmacería
incomensurable, lo que no es extraño en la Universidad de Duke, cuyos
departamentos de Humanidades deben de tener la tasa de pelmazos más alta
de América. (...)
Ayer me saltó a la cara esta frase, y me alegró porque he pensado sobre
esto mismo varias veces: «Un tema a tener en consideración es si el
reconocimiento del derecho de una minoría a la secesión obliga a
reconocer el derecho de la mayoría a excluir.» Buchanan deja ahí el
asunto, y no sé si lo retomará más tarde.
Pero en esa simetría ya se
advierten a la perfección las dificultades morales (dejemos ahora las
políticas) de que una parte de un Estado pueda decidir, exclusivamente,
sobre la configuración territorial de ese Estado. Imaginemos que España
(ojo, linotipista, con la cursiva) decidiera expulsar a Cataluña del
Estado, dada su insoportable pelmacería.
Y que lo hiciera limitando la
votación a los españoles no catalanes. Eso es exactamente lo que tratan
de hacer los nacionalistas, cuando quieren apartar al resto de españoles
de la decisión sobre su territorio. El derecho de exclusión es un
animalito interesantísimo, sobre el que cabría reflexionar
profundamente, y espero que Buchanan lo haga.
Porque es probable que en
términos morales los únicos que deberían participar en un referéndum de
exclusión fuesen los perjudicados. Ya se ve, por tanto, que hay una Vía
Catalana para el derecho unilateral a decidir: conseguir que España
se decida por la exclusión, y asentir con beocio entusiasmo. Yo lo veo
una cosa para que lo estudie Burniol, si es que las lágrimas le dejan
ver la estrellas." (Arcadi Espada, 24/09/2013)
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