"Para hacer los cálculos fáciles, supongamos que el ahorro derivado de
no tener Ejército compensaría el sobrecoste derivado de prestar los
mismos servicios que ahora presta el Estado pero para un territorio y
población más pequeños.
En resumen, en teoría, una Cataluña
independiente y sin Ejército podría ahorrarse alrededor de 5,8% del PIB actualmente transferido al Estado español.
Por otro lado, según diferentes estudios económicos, el hecho de
establecer un nuevo Estado supone un efecto negativo económico muy
importante (3).
Ello es debido, por ejemplo, a la reducción de los flujos comerciales
derivados de la introducción de las nuevas fronteras, reducción de
inversiones por parte de extranjeros que podrían encauzarse hacia el
mayor mercado español, repatriación de inversiones por parte de
inversores españoles y extranjeros, traslado de sedes sociales de
empresas, establecimiento de nuevos costes para las empresas derivados
de tener que tratar con dos administraciones diferentes, etc.
Asumiendo que los mencionados estudios son correctos, una reducción
del PIB de Cataluña del orden del 7% al 9% del PIB como consecuencia de
la independencia de Cataluña supondría un impacto económico muy negativo
similar (sino mayor aún) a la actual crisis económica. Sólo a modo de
comparación, desde el comienzo de la crisis (de 2009 a 2012), la
economía española se ha contraído en menos de esas cifras.
Por lo tanto,
la independencia de Cataluña conllevaría una prolongación de la actual crisis por probablemente otros cinco años y al menos de similares dimensiones (sino peores).
En este sentido, es necesario subrayar que una contracción del PIB
catalán de dicha envergadura acarrearía una reducción de los ingresos
(al haber una actividad económica menor, la recaudación de impuestos
sería menor) y un aumento de los gastos (por ejemplo, al haber un número
mayor de desempleados, los desembolsos por el seguro de desempleo
serían mayores) del Estado catalán.
Este doble efecto de la reducción de
la actividad económica tendría como consecuencia la reducción, sino la completa desaparición, de los recursos adicionales del 5,8% del PIB mencionados anteriormente
derivados del ahorro de las transferencias netas al Estado español.
Esta constatación es fácil de realizar al comprobar que la reducción de
la recaudación de impuestos y el aumento de gastos en España derivados
de la actual crisis económica es bien superior al mencionado 5,8% del
PIB español a pesar del hecho de que la contracción económica no ha
supuesto todavía ni el 7% del PIB.
En resumen, lo más probable es que las consecuencias económicas de la
independencia de Cataluña llevaría a anular completamente el ahorro
derivado de la cancelación de las transferencias netas al Estado español. Pero aún hay más.
En el caso de su independencia, Cataluña recibiría, de un lado, una
serie de activos actualmente en manos del Estado español (tales como
todas las infraestructuras situadas en Cataluña, parte del fondo de las
pensiones en manos de la Seguridad Social, etc.), pero, del otro,
debería asumir parte de las deudas del Estado español (además de las
actuales deudas contraídas tanto por la Generalidad como por las otras
administraciones en Cataluña).
Como es bien sabido, la deuda interna de
Cataluña es del orden del 22% del PIB (la mayor de todas las CCAA). La
deuda del Estado español podría alcanzar alrededor del 90% del PIB
español en 2014 (según las previsones de la Unión Europea).
En el caso
de su independencia, una hipótesis plausible sería que Cataluña asumiera
la parte de la deuda del Estado equivalente a su importancia económica
(situada hoy en día en un poco menos del 19% en números redondos), como
así ha ocurrido en casos análogos.
Para facilitar los cálculos,
supongamos que al final Cataluña tuviera una deuda de alrededor del 100%
del PIB en el año 2014 (entre deuda interna y deuda asumida proveniente
del Estado español).
El coste de dicha deuda podría rondar el 5%
(probablemente más aún, si nos atenemos al coste financiero de los bonos
patrióticos emitidos por la Generalidad los últimos años).
Es decir,
una Cataluña independiente podría verse en una situación en el que no
sólo no obtiene financiación adicional del 5,8% del PIB (derivado del
ahorro de transferencias al Estado español, como nos dice el presidente
autonómico), sino que tendría un déficit de financiación de al menos del 5% del PIB.
Es evidente que ante tal situación, y dado que actualmente no tiene
acceso a la financiación de los mercados, Cataluña se vería abocada a
aumentar los recortes y los impuestos para cubrir su déficit, a un
rescate por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) con la debida
condicionalidad, dado que estaría fuera de la UE, e incluso a una
suspensión de pagos tanto de los intereses como del principal de la
deuda. En fin, un panorama nada alentador.
La situación descrita anteriormente se refiere a los efectos a corto plazo de la independencia de Cataluña." (Víctor Andrés Maldonado, lavozdebarcelona.com, 15/11/2012)
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