"Días atrás, David Black, funcionario de prisiones, era asesinado por
disidentes del IRA. Poco antes, otro norirlandés fue asesinado por
terroristas escindidos del IRA. Con estas muertes y la de dos soldados y
dos policías, son ya seis las víctimas mortales desde 2009 causadas por
republicanos separados de la principal facción del IRA que lideraron
Adams y McGuinness.
Además varios son los intentos frustrados en los que
la víctima resultó gravemente herida o salvó la vida por fallos de los
terroristas. Esa es la normalidad de una región que refleja importantes
déficits y que ahora paga el precio de errores pasados que algunos
intentan emular en Euskadi, lo que hace temer costes diferidos a medio
plazo si estos tuvieran éxito.
Cinco factores explican las causas de una violencia que persiste en
niveles inferiores al pasado, pero provocando una inestabilidad política
considerable que evidencia las anomalías de un proceso ineficaz para
erradicar el terrorismo: los réditos políticos y la impunidad penal
obtenidos por el Sinn Féin y el IRA tras su debilitamiento operativo; la
falta de deslegitimación del terrorismo; la fuerte subcultura de la
violencia a pesar del escaso pero significativo apoyo popular; la
reducción de los niveles de seguridad; y la disponibilidad de armas.
El primero de ellos lo ilustraba el testimonio de un diputado
unionista denunciando el reciente asesinato como una consecuencia más
del apaciguamiento que llevó a las autoridades a recompensar al Sinn
Féin con su injusta rehabilitación en las instituciones. Los disidentes
encuentran inspiración en ese chantaje con el que el IRA fue premiado
cuando se encontraba operativamente exhausto.
La relevancia de este
factor es evidente cuando hasta políticos nacionalistas ajenos al Sinn
Féin exigen la excarcelación de un terrorista del IRA condenado en 2011
por un intento de asesinato cometido en 1981. Aducen que también debe
beneficiarse de la contraproducente excarcelación anticipada que avaló
el Acuerdo de Viernes Santo mientras exigen, alegando enfermedad, la
libertad de otra destacada presa disidente.
En tan injusto contexto político y social, un compañero del
funcionario de prisiones asesinado mostraba su frustración hacia unos
políticos cuya actitud ofrece una cierta justificación a los disidentes:
«Parece que somos los únicos que nos interponemos entre los terroristas
y su libertad, pues esta puede llegar si se ejerce la presión
adecuada».
Entretanto los nuevos ‘demócratas’ del Sinn Féin siguen
ofreciendo soporte ideológico para asesinatos motivados por los mismos
ideales a los que el partido no ha renunciado; ideales con los que aún
justifican los asesinatos cometidos por el IRA en el pasado aunque
rechacen ahora los de los disidentes.
La ausencia de una admisión de la
ilegitimidad de la campaña terrorista del IRA impide desacreditar con
eficacia a quienes todavía mantienen su legado. Un portavoz de los
disidentes así lo destacaba: «Si ahora estamos equivocados, es que ellos
se equivocaron durante años; si ahora tenemos razón, entonces es que
ellos estaban equivocados al detener la violencia».
La forma en la que el Gobierno británico soslayó la exigencia de un
verdadero desarme refuerza el aura de legitimidad del IRA, pues el
limitado decomiso fue una mera farsa con la que salvar la cara del grupo
terrorista. Además ha permitido a los disidentes aprovechar algunos
arsenales una vez que el clima político tras el cese del IRA provocó una
reducción de los efectivos de seguridad.
Por un lado, la reforma de la
policía dio lugar a un nuevo cuerpo dotado de unos 7.000 efectivos, o
sea, prácticamente la mitad del número de miembros de los que constaba
el anterior servicio. Asimismo, el ejército británico, que en los
momentos álgidos del conflicto contó con cerca de 30.000 efectivos,
redujo su presencia significativamente.
Las capacidades de respuesta por parte de las agencias de seguridad
se vieron mermadas tanto cuantitativa como cualitativamente. Así ocurrió
con el desmantelamiento de la unidad de inteligencia contraterrorista
de la policía norirlandesa, la célebre Special Branch, como resultado de
la transformación policial.
Se redujo asimismo la presencia de unidades
de inteligencia del ejército británico, que tan decisivas resultaron en
el pasado en la neutralización de los grupos terroristas mediante su
infiltración.
La reactivación del terrorismo ha provocado una nueva
intensificación de los esfuerzos antiterroristas desde Reino Unido e
Irlanda. Sin embargo, se ha desaprovechado una experiencia y un
escenario de ventaja que los profesionales consideran enormemente
valiosos, generando por ello una situación de amenaza preocupante.
Este ‘modelo’ ofrece una hoja de ruta que ETA y sus simpatizantes
pueden imitar si Estado y sociedad no oponen la resistencia precisa. Es
fácil imaginar las consecuencias que para Euskadi tendría esa dejación
si observamos la realidad que hoy nos muestra Irlanda del Norte." (El Correo 15/11/12, ROGELIO ALONSO, en Fundación para la Libertad, 15/11/2012)
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