"El reciente estallido independentista en Cataluña me ha sumido en una mezcla de perplejidad y aprensión. (...)
“Yo entiendo que haya gente cabreada y desesperada. Y también entiendo
que el cabreo y la desesperación lleven a pensar que ya no podemos estar
peor de lo que estamos y que es preferible emprender aventuras que
seguir encerrados en este callejón sin futuro.
A esto solo puedo
contestar con una certeza y una confesión. La certeza es que por
supuesto que podemos estar no peor sino muchísimo peor de lo que estamos
(de hecho, así hemos estado casi siempre). La confesión es que a mí me
encantan las aventuras, pero en las novelas y las películas; en política
no: en política soy un partidario feroz del más espantoso aburrimiento,
de un tedio letal, suizo o como mínimo escandinavo (y del sistema
político más aburrido posible, que es la democracia).
Así que, cuando
oigo al presidente Mas declarar que ir hacia la independencia supone
adentrarnos en “terreno desconocido”, se me ponen los pelos de punta.
Para los escritores o los científicos es una obligación pisar terreno
desconocido, ir “au fond de l’Inconnu pour trouver du nouveau”, como
dice Baudelaire; pero para los políticos, eso debería estar prohibido:
si al internarse en lo desconocido el escritor se cae al abismo, no pasa
nada, porque solo se cae él; pero si se cae al abismo el político, nos
caemos todos detrás (y el abismo es el abismo de la historia). No sé si
hace falta añadir, por lo demás, que no soy nacionalista, ni
independentista”. (...)
Esto viene a ser lo que dije. Desde que lo dije no ha dejado de crecer
mi asombro. Me asombró que hubiera quien me felicitara por haber tenido
el valor de pronunciar esas palabras.
Me asombró cruzarme con una
historiadora catalanista que me recordó que Pierre Vilar acuñó la
palabra “unanimismo” para referirse a esos momentos sociales en que el
temor acalla toda disidencia y crea una ilusoria sensación de
unanimidad, y me confesó que ella no se atrevía a decir en público que
discrepaba del fervor independentista.
Me asombró que haya zoquetes que
sigan sin entender que hoy día la izquierda y el nacionalismo –empezando
en España por el nacionalismo español– son incompatibles, y zoquetes
más zoquetes aún que no entiendan que una cosa es el nacionalismo
catalán, que es de unos pocos, y otra cosa la lengua catalana, que es de
todos, regalando así un bien común a los nacionalistas.
Me asombra el
asombro que ha provocado Lara al decir que Planeta se marcharía de una
Cataluña independiente, y que el secretario general de ERC diga que una
Cataluña independiente sería bilingüe, cuando el independentismo siempre
ha sostenido que el bilingüismo conduce a la extinción del catalán.
Me
asombra la genialidad de Artur Mas, que de un día para otro ha
conseguido que Cataluña deje de culparle de todos sus males para culpar
de todos sus males a España.(...)
Pero lo que más me asombra es que personas en apariencia juiciosas sostengan que la separación de Cataluña se produciría de forma cordial y sin traumas, y que casi todos parezcan creer que es imposible que la situación degenere en violencia: Dios santo, ¿ni siquiera hemos aprendido que en la historia no hay nada imposible, y que los grandes cambios casi siempre se han producido a sangre y fuego? ¿Nos hemos vuelto otra vez tan insensatos y pusilánimes como para no ser capaces de darle una salida civilizada a este embrollo?" (JAVIER CERCASEL PAÍS SEMANAL, 28.10.12, diari de Miquel Iceta)
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