"El giro de CiU y de Artur Mas hacia
posiciones soberanistas tras la manifestación de la Diada desconcertó
inicialmente a los empresarios catalanes. Posteriormente, en algunos
casos significativos, han pasado del silencio a la expresión de temor
hacia el proceso.
Un empresario catalán, Joan Rosell, que había
presidido la principal patronal catalana, Fomento del Trabajo, para
saltar después a la CEOE, sólo se pronunció cuando fue forzado por las
organizaciones más contrarias a las posturas de CiU, como las de Madrid y
Andalucía. Finalmente, Rosell, forzado por estas presiones, afirmó en
una rueda de prensa el 24 de septiembre que el proceso de la
independencia sería "una barbaridad".
Su sustituto en Fomento, Joaquim Gay de
Montellà, esperó más tiempo. Finalmente, el 5 de octubre expresó su
convicción de que el pacto fiscal "sigue siendo un instrumento válido", y
planteó sus temores pidiendo que los debates políticos se conduzcan
"con responsabilidad a través de las instituciones democráticas
establecidas" y no suponen "obstáculos añadidos a los proyectos
empresariales".
Sin embargo, antes de Gay de Montellà ya había hablado Josep Piqué, presidente del Círculo de Economía, el lobby
que agrupa a los empresarios catalanes más influyentes. Piqué,
presidente de Vueling y ex ministro de Aznar y del PP catalán, fue muy
contundente.
"La independencia", aseguró el 27 de
septiembre, "sería una tragedia para Catalunya". Añadió que "los
empresarios tienen que decir en voz alta lo que dicen en voz baja", y
criticó la eventual convocatoria ilegal de un referéndum afirmando que
"no se puede admitir que un gobernante se plantee incumplir la ley".
Más significativo es el caso de Salvador
Alemany, presidente de Abertis y del consejo asesor económico del propio
Mas, que, casi al mismo tiempo que Piqué, declaró que el problema "nos
afecta, y no estamos tranquilos", y alertó que "se ha abierto un
paréntesis de no diálogo".
Según Alemany, "es el momento de sentarse, de
no potenciar el enfrentamiento, no lo consideramos banal", porque "a los
empresarios se les presenta una situación compleja, durante este duelo
entre administraciones, sobre qué pasará con su actividad. Estamos un
momento clave".
De todos modos, el empresario que más ha
destacado por sus críticas al proceso soberanista ha sido José Manuel
Lara Bosch, el presidente del grupo Planeta. También a finales de
septiembre, declaró a ABC Punto Radio que el grupo editorial que preside
debería trasladar su sede "a Zaragoza, a Madrid o Cuenca" si Catalunya
se independizara.
Asimismo, dijo que ha trasladado a Artur Mas
su "enorme preocupación" por la escalada independentista que se está
"alimentando" en los dos sentidos. "Me da un miedo horroroso la
radicalización del voto" en estos comicios del 25 de noviembre, señaló.
Por su parte, el sector financiero catalán ha
optado por el silencio, y ni Isidre Fainé, presidente del grupo la
Caixa, ni Josep Oliu, que preside el Banco Sabadell, han manifestado
públicamente sobre los planteamientos de CiU y de Artur Mas.
Mientras tanto, la patronal CECOT, presidida
por Antoni Abad, cercano a CiU, difundió recientemente una encuesta
realizada entre sus 800 empresas asociadas. Según los resultados, el 53%
de los empresarios prefiere que Catalunya sea un nuevo estado dentro de
Europa.
El sector del cava, una de las víctimas
tradicionales de los boicots a los productos catalanes en el resto del
Estado, mantiene la prudencia, aunque el copropietario de Cavas Gramona,
Xavier Gramona, declaró hace unos días en Catalunya Ràdio que ya nota
algún boicot desde España, lamentando que "el cava ya fue elegido en su
momento como un emblema del catalanismo".
Añadió que "estamos sufriendo en primera
línea" y que "cuando vamos por España sufrimos una actitud muy agresiva y
contenida hacia el consumo de cava". También ha señalado que "en Madrid
la situación ya es dramática" y que esto "es un anticipo de lo que
puede pasar con el producto catalán en general". (e-notícies, 18/10/2012)
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