"No puedo por menos que preguntarme, en los
días que corren, quién cuida hoy de la honra de España y lo que hay que hacer
para preservarla. Lo primero es reconocer la situación en la que España se
halla, priorizando los problemas que la acechan.
Es el más urgente -junto a la crisis económica-
el desafío planteado por la Generalitat de Catalunya, que, de hecho, ya se ha
enfrentado al Estado al sostener, en palabras del president Mas, que promoverá
una consulta sobre el derecho a decidir sea o no legal.(...)
Ante esta gravísima situación, pórtico
posible de una ruptura traumática, ¿qué deberían hacer los españoles para
preservar la honra de España? En primer lugar, hacer un último intento -sincero
y claro- de lograr un arreglo con los catalanes, para seguir compartiendo un
mismo Estado en el que todos nos sintamos respetados. (...)
En segundo término -last but not least-, los
españoles deberían admitir y facilitar cuanto antes el derecho de los catalanes
a decidir libremente su destino, sin tratar de impedirlo usando como burladero
la Constitución, ni alegando argumentos de conveniencia y racionalidad
económica que, pese a ser muy dignos de consideración, sólo a los catalanes
compete evaluar por la cuenta que les trae.
Porque si, sopesadas estas razones, a los
catalanes no les conviene la fórmula federal ofrecida, es lógico que puedan
irse. Ni ellos pueden imponer a los españoles su modelo de relación con España,
si es que quieren alguno, ni los españoles pueden obligar a los catalanes a
pasar por una fórmula de convivencia que no les complazca.
Aunque parezca paradójico, es en la admisión del
derecho a decidir de los catalanes donde se halla el fundamento de la fuerza de
España y la raíz de su decoro. (...)
Por ello, si fuesen mayoría los catalanes que, tras ponderar individual y debidamente los pros y contras de su decisión, votasen por la independencia de Catalunya, nada habría que objetar.
Sería un fracaso histórico, un desastre económico y -para muchos como yo- un desgarro personal. Pero peor sería seguir como ahora, en una situación que inevitablemente degeneraría en enfrentamiento." (Juan-José López Burniol, LaVanguardia, 06/10/2012)
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