‘Cuando escribo estas líneas todavía están abiertos los colegios electorales. Tiempo habrá de analizar e interpretar las cifras, sobre todo las de participación. De momento, algo está claro. Las consultas de ayer fueron tres cosas en una: un toque de atención histórico de una parte de la sociedad catalana que dice “basta”, un primer ensayo parcial de un legítimo proyecto político, y un ejercicio colectivo de opinión que prueba que la democracia del siglo XXI se reinventa para ensancharse. Los organizadores han sabido conjurar el gran riesgo: el ridículo. Se pueden criticar algunos aspectos de las consultas, pero no se puede negar el esfuerzo de seriedad y transparencia de sus impulsores’.