27/10/20

Los movimientos nacionalistas realmente existentes no están por la democratización del Estado, a esos movimientos se las trae al pairo el avance en derechos sociales y más en particular, avances generalizables a toda la ciudadanía española. Estas conquistas no están en la agenda de ningún movimiento nacionalista

 "El PCE ha celebrado hace pocas semanas una Conferencia Política aplazada desde marzo por la pandemia (https://www.cuartopoder.es/espana/partidos-politicos/2020/09/30/pce-decide-estrategia-construir-movimiento-alutine-izquierdas/). (...)

Se desea llegar a un “nuevo movimiento político y social” compuesto “no solo por militantes y simpatizantes del entorno político de Unidas Podemos, sino también de otros sujetos a la izquierda del PSOE, así como de aquellos movimientos nacionalistas con interés en la democratización del Estado y el avance de los derechos sociales”.

Hasta aquí mi resumen. Veamos:

Resulta curioso que una fuerza política como el PCE hable del Estado o del Régimen del 78, un “Régimen” (la palabra que usa el neoliberalismo y la reacción para hablar del sistema político cubano, un término también muy del gusto del general golpista para referirse a su dictadura criminal) que tiene su pilar esencial en la Constitución de 1978, documento que hace muy poco, en las últimas elecciones legislativas por ejemplo, era esgrimido por Unidas Podemos (el PCE es parte) como si, su cumplimiento total y real, fuera su programa electoral. El malogrado y no olvidado Julio Anguita formuló hace años una idea similar.

Tampoco a estas alturas resulta nada fácil entender cómo se concibe ese “nuevo proyecto constituyente” al que se alude. Son más comprensibles, aunque falta concreción y explicación, finalidades como “realizar las transformaciones que necesita nuestro país”, “democratizar el Estado”, “avanzar en el ámbito de los derechos sociales”.

Pero, desde mi punto de vista, el punto más frágil es la política de alianzas que se defiende, que pasa por acercarse a otros sujetos a la izquierda del PSOE así como a movimientos nacionalistas interesados en la democratización del Estado y en los avances sociales.

Nada que comentar sobre la primera arista de esta política de alianzas (aunque no sea tarea fácil). Pero el desconcierto es mayúsculo en el segundo punto porque el conjunto al que se hace referencia es, con toda evidencia, un conjunto vacío. No hay nada en él. Los movimientos nacionalistas realmente existentes no están por la democratización del Estado sino por su destrucción-aniquilación y, como resulta evidente, a algunos (que son muchos) de esos movimientos se las trae al pairo el avance en derechos sociales y más en particular, si se piensa, como seguro piensa el PCE, en avances generalizables a toda la ciudadanía española, a sus clases más vulnerables fundamentalmente.

 Estas conquistas no están en la agenda de ningún movimiento nacionalista: primero barren para casa, luego para casa y más tarde también para casa. El conjunto de las clases trabajadoras españolas no entran en esa casa.

En el caso de .Cat., la finalidad de esos movimientos (sin distingos) es evidente: Cataluña über alles en el puesto de mando, no la ciudadanía catalana y mucho menos la española en general. Los problemas de las clases trabajadores que viven en otras comunidades españolas no es cosa suya. De hecho, tampoco los que vivimos en .Cat y no somos ni estamos en el “rollo”, en la “causa”, en “la lucha”. Lo han dicho por activa y por pasiva. Lo dijo una diputada de ERC, Montserrat Bassa Coll, durante la elección de Pedro Sánchez. ¿Lo hemos olvidado?

Así, pues, si el PCE aspira a acercarse (como de hecho está haciendo) a estos “movimientos nacionalistas”, no será porque aspire proseguir, junto a ellos, el camino de la defensa, recuperación o conquista de nuevos avances sociales. No es eso lo que rige en la agenda de ningún movimiento nacionalista. En ninguno. La política de alianzas del PCE es irrealizable por ser inconsistente: sus potenciales aliados están años-luz distanciados de las finalidades de esa unidad deseada.

Por si se tuviera alguna duda, que seguro que no, recordemos el titular de una entrevista con Elsa Artadi, una de las políticas profesionales más fieles e incluyentes en Puigdemont: “Buscamos las grietas para hacer más débil al Estado”. https://elpais.com/espana/2020-10-10/elsa-artadi-buscamos-las-grietas-para-hacer-mas-debil-al-estado.html. Más débil, no mejor, ni más democrático, ni más justo, ni más fraternal, ni más solidario. Su pretensión es echarlo abajo para construir un nuevo muro-Estado de carácter nacional-etnicista, que sea dirigido por los catalanes de debò; los otros somos decoración, fuerza de trabajo precarizada o en el caso de los mayores, seres para la desaparición.

El PCE tal vez se inspire en las alianzas que dieron pie al Frente Popular durante la II República o a los acuerdos con fuerzas nacionalistas en la lucha antifranquista (algunas de ellas, especialmente las nacionalistas, recordemos, en ‘estado de espera y descanso’ durante el franquismo). Pero las circunstancias políticas que estamos viviendo y las finalidades manifestadas claramente por esas fuerzas son otras. 

Nada que ver con el Frente Popular ni con la lucha democrática antifascista. Su mundo no es el mundo de una fuerza socialista que sigue pensando a las clases trabajadoras españolas como sujetos de un cambio transformador igualitario. No hay camino que pueda recorrerse en su compañía. La intersección, más allá de acuerdos puntuales, es vacía. (...)"                 (Salvador López Arnal, Rebelión, 24/10/20)

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