9/1/20

Las fuerzas que dirigen el nacionalismo catalán son las mismas que encontramos en los territorios beneficiados por la globalización... Las clases dominantes utilizan un sentimiento nacionalista real para imponer un modelo neoliberal que perjudica a las clases populares en España, pero también en Cataluña

"(...) Los movimientos independentistas suelen ocultar un proceso de secesión social y cultural que en realidad se propone desmantelar las solidaridades nacionales y validar el modelo territorial desigualitario de la globalización, el de las grandes ciudades. Más que una renovación del nacionalismo, es antes que nada la secesión de las burguesías que lleva en estado latente la balcanización de los países desarrollados. […] 

Presentado como un caso de irredentismo cultural, el separatismo de los catalanes revela en primer lugar una reacción de las regiones ricas a la crisis económica y el hundimiento de las clases medias españolas. […] Lo dirige fundamentalmente una ideología liberal-libertaria característica de las nuevas burguesías. […] Las fuerzas que dirigen el nacionalismo catalán son las mismas que encontramos en los territorios beneficiados por la globalización, se apoyan en la alianza ideológica del liberalismo económico y del liberalismo social. 

Bajo el barniz nacionalista, de hecho, reencontramos los fundamentos ideológicos de las clases dominantes y de la nueva burguesía. También aquí el antifascismo se usa como arma de clase. Las clases dominantes utilizan un sentimiento nacionalista real para imponer un modelo neoliberal que, en consecuencia, perjudica a las clases populares en España, pero también en Cataluña, donde la concentración de la riqueza y del empleo en Barcelona ha operado en detrimento de las clases populares catalanas. (...)

Si el consenso posbélico pudo alumbrar los Treinta Gloriosos fue por la configuración de coaliciones positivas; en los momentos presentes la imagen es más bien la de la prevalencia de distintos tipos de coalescencias negativas internas y cruzadas. 

La principal de las internas es la que apuntó Barrington Moore en Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia, una coalición reaccionaria entre las élites urbanas –para el presente, financieras– y los sectores rurales –en este caso el nacionalpopulismo–. Las cruzadas operan de facto en marcos identitarios; la polarización subsiguiente favorece a los extremos de ambos espacios en contra de los moderados correspondientes. 

Hoy el suflé catalán alimenta la cocina incendiaria de Vox y Vox alimenta al suflé catalán. Ambos comparten la misma fe neoliberal. De ello dan fe las agresivas reformas de Artur Mas antes o la Ley Aragonés hoy del lado catalán, y la propuesta del gurú económico de Vox, Rubén Manso, de privatizar las pensiones, eliminar el salario mínimo y rebajar drásticamente los impuestos.

 La receta de Manso, Estado ultramínimo, privatización de sanidad, educación y servicios sociales está calcada de Nozick, como se observa desde el prefacio mismo de Anarchy, State, and Utopia, que se publicó un año después del golpe de Pinochet. Vox, que no elude la plantilla populista contra las élites, que defiende el cheque escolar y que no deja de invocar a España, no ha dicho palabra sobre ese rescate multimillonario a la banca a costa de la cartera de los españoles. De nuevo la alianza impía, la simbiosis perversa."                

(Martín Alonso Zarza, 'Desde la caída del Muro. ¿En las antípodas de los Treinta Gloriosos?', CTXT, 18/12/19)

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