"El proceso soberanista catalán ha desencadenado las contradicciones
largamente contenidas de la izquierda catalana y española respecto a la
cuestión nacional. En primer lugar fue el PSC la formación que resultó
duramente castigada por su falta de claridad y su seguidismo ideológico
respecto al nacionalismo catalán.
De este modo la mayor parte de sus
dirigentes del sector catalanista como Ernest Maragall, Marina Geli,
Antonio Castells o Montserrat Tura, y prácticamente la mayoría de los
consellers de Pasqual Maragall en el tripartito de izquierdas, formaron
el Moviment d’Esquerres (MES) que acabó integrado en las listas de ERC.
Otros como Ferran Mascarell recalaron en las filas del PDeCat, donde
ejerció como ideólogo de Artur Mas.
La ruptura de las dos almas del socialismo catalán provocó una
debacle electoral que le condujo a pasar de ser la fuerza más votada en
Catalunya en las elecciones generales españolas entre 1979 y 2008, con
un máximo de 1,6 millones de votos (45,3%) y 25 diputados en 2008, a
situarse en tercera posición con 589 mil votos (15,7%) y 8 diputados.
Como es sabido los votos al socialismo catalán fueron muy importantes
para las victorias del PSOE en el conjunto de España.
La misma pauta se repitió en el Parlament de Catalunya, donde el PSC,
que fue primera fuerza política en número de votos pero no de escaños
en 1999, con 52 diputados y 1,1 millones de votos, descendió a la
tercera posición en 2015 con 520 mil votos (12,7%) y 16 escaños. El PSC
experimentó durante el periodo de ascenso del independentismo, en las
generales españolas, una importante fuga de votos hacia ERC, pero sobre
todo hacia los Comunes.
En las autonómicas gran parte de su electorado
optó por Ciudadanos (Cs) como un voto instrumental de rechazo al
secesionismo. La extremada polarización de la sociedad catalana en torno
a la cuestión de la independencia reventó a la formación política donde
convivían las dos Catalunyas desde el punto de vista sociológico e
identitario. La apuesta en las pasadas elecciones autonómicas por
aglutinar en sus filas a los sectores no independentistas del
catalanismo, encarnada en el ex dirigente democristiano Ramon Espadaler,
resultó fallida.
Ahora está por ver si, en las elecciones generales del 28 de abril,
los socialistas catalanes recuperarán esta posición de primera fuerza
política en Catalunya que en los dos últimos comicios legislativos
españoles le fue arrebatada por los Comunes. Si esto fuera así sería un
síntoma no solo del tirón electoral de Pedro Sánchez, repitiendo el
esquema que tanto éxito les había otorgado la explotación del miedo a la
derecha –como se expresó en el célebre lema de campaña del 2008 “si tu
no vas, ellos vuelven”– sino también que amplios sectores del electorado
catalán se inclinarían por otorgar su confianza a una formación que ha
apostado a jugar un papel de puente entre las polaridades de la sociedad
catalana representadas por los partidos independentistas y Cs.
El fracaso de la vía unilateral del independentismo, pero
espacialmente el giro a la derecha de Cs y la connivencia de los Comunes
con el secesionismo favorecen estas expectativas. En efecto, ambas
formaciones crecieron espectacularmente en Catalunya debido a los
préstamos del PSC en el primer caso en el eje nacional y en el segundo
en el eje social. Estos votos podrían volver a su matriz original, pues
el grueso de sus electores es de izquierdas en el eje social y
contrarios a la secesión en el eje nacional.
Cs se ha escorado tanto
hacia la derecha que no responde a los intereses de sus votantes
catalanes, quienes tradicionalmente en los comicios españoles han optado
por opciones de izquierda. Los Comunes, particularmente el núcleo
dirigente de Barcelona en Comú, se han comportado como una especie de
caballo de Troya del independentismo, lo que les aleja de sus bases
electorales.
Todo ello no obsta para señalar que el PSC debería manifestar una
mayor determinación política y claridad teórica en la defensa de una
alternativa federal.
La apuesta independentista de los Comunes
Si los socialistas catalanes fueron los primeros en sufrir los
efectos de sus contradicciones internas respecto al ascenso del
movimiento independentista, ahora los Comunes están corriendo la misma
suerte.
Un primer indicio de ello fue la dimisión de su líder catalán, Xavier
Domènech. La reciente incorporación del líder de EUiA, Joan Josep Nuet,
y de la número dos de Podem, Elisenda Alemany, en las listas de ERC
repite la pauta que siguieron los dirigentes catalanistas del PSC. De
este modo, ERC opera como una suerte de coche-escoba de los cuadros
políticos de la izquierda catalana que formalmente se declaraban
federalistas pero que realmente se comportaban como independentistas.
Una función que también parece dispuesta a ejercer Poble Lliure, la
facción más nacionalista de la CUP, que en contra de la decisión de la
asamblea de la formación ha decidido concurrir en las generales
españolas con el ex líder de Podem, Albano Dante Fachín, como cabeza de
lista.
Líderes de los Comunes como Ernest Urtasun, federalista y procedente
de ICV, defienden la coexistencia de federalistas e independentistas en
la misma organización. Una aseveración difícilmente sostenible desde el
punto de vista de los principios programáticos ya que el federalismo
busca unir a los pueblos y naciones en una misma estructura estatal,
mientras que el independentismo persigue separarlos.
La apuesta de los Comunes por Jaume Asens, un notorio
independentista, como cabeza de lista de su candidatura por Barcelona,
acompañado en el número tres de la lista por Gerardo Pirasello otro
conocido secesionista –ambos del núcleo duro de confianza de Ada Colau
en el Ayuntamiento de Barcelona– expresa nítidamente la orientación
ideológica y la apuesta política de esta formación.
De este modo resulta
evidente que no han aprendido la gran lección política de las últimas
convocatorias electorales en Catalunya, cuando los Comunes se alzaron
como primera fuerza política en las generales españolas, pero cosecharon
un pobre resultado en los comicios al Parlament de Catalunya.
En
cualquier caso, esta decisión indica sus preferencias a pactar con ERC y
CUP en vez de con el PSC en el ámbito catalán, como se evidenció con la
ruptura del pacto de gobierno con los socialistas en el Ayuntamiento de
Barcelona, con el argumento de que habían apoyado la aplicación del
artículo 155 de la Constitución tras la Declaración Unilateral de
Independencia.
Los argumentos del senador Óscar Guardingo, ganador de las primarias
de Podem y relegado al puesto 11 de la candidatura de los Comunes, para
no ir en estas listas expresan el malestar de importantes sectores de
sus bases electorales por la apuesta independentista del núcleo
dirigente de este espacio político. Guardingo manifestó que “esta
candidatura apunta más al resultado de las autonómicas (7,5%) que al de
las generales que ganamos”.
Ahora bien, el aspecto más severo de su
crítica radica en su observación sobre la falta de modelo de país desde
el ámbito de los Comunes, un modelo “no condicionado por la España
monárquica ni por los independentistas que dan la espalda a la mitad de
Catalunya”.
Las tribulaciones de Izquierda Unida
Estas contradicciones no son exclusivas de la izquierda catalana. La
convocatoria de la manifestación independentista del pasado domingo en
Madrid ha revelado la desorientación política de Izquierda Unida (IU)
respecto al proceso soberanista catalán. En este caso el encargado de
poner sobre la mesa sus inconsistencias teóricas ha sido el ex
coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, y líder de Actúa,
formación de reciente creación que lidera junto al ex juez Baltasar
Garzón.
En efecto, IU llamó a la participación en esta manifestación con el
argumento que “sin derecho a decidir no hay democracia”. Llamazares
recordó que “en España hay democracia y la Constitución reconoce el
derecho al autogobierno. Lo que no reconoce es el derecho a dividir
entre catalanes ni entre españoles”.
Ampliando la argumentación de Llamazares se podría añadir que
“derecho a decidir” es un concepto vacío que los propios
independentistas han abandonado por el derecho a la autodeterminación.
En estos términos, las únicas democracias en el mundo serían Etiopía y
San Cristóbal y Nieves, los únicos Estados que reconocen en sus
constituciones el derecho a la autodeterminación.
En realidad, amplios sectores de la izquierda española confunden un
movimiento nacionalista como el catalán, que aspira a la secesión y a la
construcción de un Estado propio, con un movimiento democrático. Esto
cuando el independentismo catalán ha dado sobradas muestras del uso
instrumental de los principios y procedimientos democráticos.
Así se
puso de manifiesto tanto en el procedimiento para su aprobación como en
el contenido de la llamada ley de transitoriedad, que liquidaba la
separación de poderes y confería poderes casi dictatoriales al president
de la Generalitat. Por no hablar del uso partidista y sectario de los
medios de comunicación del gobierno autónomo.
La feroz impugnación de las derechas centralistas a los nacionalismos
periféricos y su cerril incomprensión de la diversidad cultural y
lingüística del Estado no debería llamarnos a engaños sobre la
naturaleza del movimiento independentista catalán, al que desde
posiciones de izquierda se debería combatir en términos de defensa
federal de la fraternidad e igualdad entre los pueblos del Estado
español.
A esto se une un cierto fetichismo ideológico respecto a una
suerte de capacidad mágica del ejercicio del derecho a la
autodeterminación para resolver los conflictos nacionalitarios. En las
actuales condiciones de extrema polarización de la sociedad catalana, la
convocatoria de un referéndum de autodeterminación podría enconar aún
más el conflicto hasta límites imprevisibles.
Resulta cada vez más preocupante la incapacidad de la izquierda
española y catalana para construir una alternativa política que dé
respuesta al pleito de las nacionalidades. Y ello cuando en las
tradiciones de la izquierda española se dispone del legado de Pi y
Margall, el gran teórico europeo del republicanismo federal, que
serviría como un excelente punto de partida." (Antonio Santamaría , El Viejo Topo, 21/03/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario