"(...) --Los que se oponen al proceso independentista catalán
señalan que España ya reconoce su diversidad interna. ¿Pero no ha
quedado a medio camino? ¿Se podría realizar un nuevo impulso, con la ley
de lenguas que algunos expertos, como usted, defienden?
--Comparativamente, entre los países de Europa y en el ámbito de las
federaciones multilingües, en España el reconocimiento de la diversidad
lingüística se sitúa al nivel más elevado. Lo único que se puede alegar
es la falta de reconocimiento de lo que podríamos denominar estatus
federal de las lenguas que son oficiales, junto con el castellano, en
distintas comunidades autónomas.
Es decir, que ante los órganos comunes
del Estado se pueda utilizar cualquier lengua que es oficial en uno de
sus territorios.
Pero quien haga esa crítica no puede desconocer las
peculiaridades de cada país. En las federaciones multilingües ese
estatus federal no se puede desvincular del hecho de que son países
multilingües como resultado de la suma de distintos monolingüismos
territoriales. Por eso es ineludible ese reconocimiento.
Una circunstancia que no se da en España. En cualquier caso, a mi
juicio, esa territorialización rígida del carácter oficial de las
lenguas distintas del castellano podría –y tendría- que flexibilizarse,
al menos relativamente.
A la luz de la tarea de control del Comité de Expertos de la Carta
Europea de Lenguas Regionales o Minoritarias, del Consejo de Europa, en
España se da, especialmente, un problema estructural en relación con el
uso de las lenguas distintas del castellano en la relación con los
órganos judiciales; un ámbito que es especialmente problemático en casi
todos los países.
Y, asimismo, en el uso ante los órganos de la
Administración periférica del Estado. Pero este problema tiene una
significación práctica relativamente menor. Fuera de ellos, los
problemas son puntuales.
Y el reconocimiento de la pluralidad
lingüística en España se sitúa en el nivel más elevado de la Carta. Lo
que ocurre en España es algo singular. El reconocimiento legal y la
aplicación práctica se sitúa en el nivel más elevado entre los países
europeos, pero las autoridades del Estado no lo suelen considerar una
cuestión que les ataña, sino que lo consideran una cuestión de las
comunidades autónomas. En ese campo puede incidir, entre otros, una ley
estatal de lenguas.
--¿En qué consistiría esa ley de lenguas, y cómo podría incidir a nivel interno en Cataluña?
--El tratamiento de las lenguas en Cataluña sorprende a los expertos
europeos, porque en ningún otro lugar con dos lenguas oficiales ocurren
cosas como las que son habituales en Cataluña. Una ley estatal de
lenguas en Cataluña tendría incidencia marginal, en la administración
periférica del Estado.
Tendría, sobre todo, un efecto simbólico, de
imagen, y, sería de esperar, que transformase la actitud de los poderes
del Estado, que pasasen a considerar la cuestión lingüística como una
cuestión que también les atañe, no solo para garantizar el derecho de
uso del castellano, y que no es una cuestión que corresponde
exclusivamente a las comunidades.
--Usted ha defendido que existe un acuerdo interno en
Cataluña respecto a la inmersión lingüística. Pero hay algunas
disfunciones, y es un caso único en el mundo, junto con Groenlandia. ¿Se
debería modificar, cómo?
--Yo siempre he sido crítico con lo que tradicionalmente era –no sé
si lo sigue siendo- un consenso mayoritario en Cataluña sobre la
utilización exclusiva del catalán como lengua de enseñanza de forma
imperativa, obligatoria. Esto es algo excepcional en el ámbito europeo.
Es una característica de los sistemas que se asientan sobre el principio
de territorialidad en situaciones de monolingüismo territorial.
Pero
nunca ocurre en territorios en los que dos lenguas son simultáneamente
oficiales. La protección de la lengua regional no justifica su
imposición obligatoria como única lengua de enseñanza.
Esto es lo que ha
afirmado el Comité de Expertos de la Carta Europea en
dos informes sucesivos sobre España. Siempre he creído que la
convivencia lingüística en Cataluña, la paz lingüística, tenía que haber
sido un objetivo fácil de lograr; mucho más fácil que en el País Vasco.
Cuando menos, por dos razones: la proximidad entre las dos lenguas que
conviven y la amplitud del uso social del catalán. Sin embargo, no ha
sido así.
En mi opinión, se está creando un conflicto gratuito e innecesario
por empeñarse en mantener una posición extremadamente rígida, incapaz de
aceptar pautas de flexibilidad. Nadie, significativamente, pone en
entredicho en Cataluña la necesidad de que el catalán se aprenda en la
escuela de forma obligatoria.
Hasta donde sé, creo que de forma
aplastantemente mayoritaria se acepta el uso obligatorio del catalán
como lengua de enseñanza. Lo que reclaman algunos es que no sea,
obligatoriamente, la única lengua de enseñanza.
En cualquier otra
situación en países europeos de bilingüismo oficial esa sería
considerada una situación inmejorable. En Cataluña, sin embargo, es
fuente de conflicto. Algunos dicen que es un conflicto marginal. Tengo
dudas. Y creo que el procés va a tener repercusiones en este
ámbito, haciendo, probablemente, que la resistencia a la imposición del
catalán como única lengua de enseñanza adquiera envergadura creciente. (...)"
(Entrevista a López Basaguren, experto en federalismo, Manel Manchón, Crónica Global, 17/03/19)
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