"(...) Xavier Domènech, cabeza de lista de CatComú-Podem,
lanzó en el fallido debate de investidura de Jordi Turull una doble
iniciativa. Por un lado, la formación de un frente democrático contra el
155 y la represión del Estado, de Òmnium Cultural a la CUP.
Por otro
lado, la constitución de un gobierno de independientes de todas las
sensibilidades del catalanismo para recuperar las instituciones de
autogobierno, dada la incapacidad de la mayoría independentista para
elegir un president de la Generalitat viable y acabar con la
intervención de la autonomía.
La primera propuesta de Domènech fue recogida
inmediatamente por el presidente de la cámara catalana, Roger Torrent
(ERC), quien rápidamente convocó a partidos, sindicatos, patronales y
entidades cívicas para materializar dicho frente en torno a la
plataforma denominada Espai Convivència i Democràcia, cuya presentación
en sociedad se verificará el 15 de abril con una manifestación convocada
por los sindicatos UGT y CCOO junto con las entidades secesionistas ANC
y Òmnium Cultural.
Esta iniciativa ha generado numerosas críticas tanto entre los afiliados
de estos sindicatos en Catalunya, que en bastantes casos han
manifestado su rechazo dándose de baja, como de las secciones sindicales
del resto de España.
En efecto, ambos sindicatos no solo rompen con la
neutralidad ideológica, al alinearse con el bloque independentista, sino
que contribuyen a conferir verisimilitud a la línea argumental de los
partidos secesionistas para quienes estas movilizaciones no están
encaminadas a impulsar la independencia, sino a defender la democracia
amenazada por el gobierno del PP.
Una vez más se produce una fuerte
disonancia entre las bases de estos sindicatos, mayoritariamente
contrarias a la secesión, y el posicionamiento de sus dirigentes. No
resulta fácil explicar esta postura, aunque pueden apuntarse dos
factores; por un lado, la equiparación entre catalanismo y progresismo
que arranca de la dictadura y que, ahora en otro contexto, continúan
apoyando las cúpulas de las organizaciones de la izquierda política y
sindical; por otro, el temor cerval a ser tachados de “fachas” por los
poderosos medios de comunicación independentistas.
Además, el apoyo a
las reivindicaciones independentistas es para las cúpulas sindicales el
corolario de su promoción social, si nos atenemos al carácter burgués y
pequeñoburgués del movimiento nacionalista.
En cualquier caso, las imágenes de los líderes
sindicales rodeados de estelades propinarán un golpe muy duro a su
prestigio ya sumamente debilitado entre los trabajadores. Especialmente,
cuando la propaganda secesionista los utilizará para proyectar la falsa
tesis de que la clase trabajadora catalana, representada por sus
sindicatos, apoya sus reivindicaciones.
De este modo, ni los sindicatos mayoritarios, ni los
Comunes han aprendido la lección de las pasadas elecciones autonómicas
cuando los barrios populares votaron masivamente a C’s, no tanto como
una muestra de apoyo a este proyecto político, sino como expresión de su
rechazo frontal al independentismo.
Resulta lamentable que las formaciones de izquierda no
independentista catalana hayan sido incapaces de articular una
estrategia común para romper la dinámica frentista y presentar una
alternativa propia. La ruptura del pacto de gobierno en el Ayuntamiento
de Barcelona por parte de los Comunes a causa del apoyo del PSC al 155
evidenció que esta no era la estrategia de esta formación, más proclive a
pactar con ERC que con los socialistas.
Los Comunes siempre acaban posicionándose con los
secesionistas, cuando no les proporcionan balones de oxígeno como el
referido frente común contra la represión. Una expresión grotesca de
este alineamiento lo constituye el papel que están jugando los
exdiputados de Podem, Albano Dante Fachín y Àngels Martínez, utilizados
hasta la saciedad por los medios de comunicación independentistas como
coartada para difundir su línea de defensa de la democracia frente a un
Estado español supuestamente dictatorial.
Además, entre PSC y Comunes existe una diferencia doctrinal de fondo que
dificulta estos acuerdos estratégicos. Mientras que los primeros
propugnan la vía federal, los segundos defienden una propuesta
confederal, aunque cada vez crecen las voces en sus filas para
desmarcarse de las equidistancias y ambigüedades respecto al
independentismo y apostar por la vía federal. Sin embargo, ni
socialistas ni comunes han sido capaces de concretar estas propuestas
alternativas a la secesión.
Las izquierdas políticas, sociales y sindicales en
Catalunya deberían deshacerse de la equiparación entre nacionalismo y
progresismo vigente desde la dictadura. Ciertamente, entonces tenía
sentido apoyar las reivindicaciones del movimiento nacionalista en
cuanto que la dictadura vulneraba derechos democráticos como la
enseñanza en lengua materna catalana o la legítima aspiración al
autogobierno.
Ahora bien, una cosa es apoyar las justas reivindicaciones
de un movimiento y otra bien distinta es asumir su programa, como
ocurre por ejemplo con la inmersión lingüística, que vulnera los
derechos lingüísticos de los niños castellanohablantes, y cuenta con el
apoyo sin fisuras de PSC y Comunes. En cualquier caso, la hegemonía
ideológica primero del nacionalismo y ahora del independentismo está
condenando a la izquierda catalana a la irrelevancia.
Lamentablemente este vacío ideológico y político de
las izquierdas está alimentando el crecimiento de una formación de
centroderecha y nacionalista española como Ciudadanos cuando si la
izquierda hubiera cumplido con sus funciones de oposición y alternativa
al nacionalismo/independentismo probablemente esta formación quizás ni
hubiese nacido.
En realidad, C’s es un producto tanto de la hegemonía
ideológica del nacionalismo como, sobre todo, de la inoperancia de las
izquierdas.
Hasta que las izquierdas catalanas no extraigan las
lecciones del desenlace del proceso independentista –entre ellas el
ascenso de C’s– será muy difícil, por no decir imposible, que puedan
aspirar a articular una mayoría política capaz de disputarle el poder al
bloque secesionista.
Ello a pesar de que el fracaso de la vía
unilateral abre grandes posibilidades en este sentido. El primer paso
sería un acuerdo, ahora inviable, entre socialistas y comunes para
levantar esa alternativa de momento inexistente. (...)" (Antonio Santamaría , El Viejo Topo, 06/04/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario