"Ha bajado definitivamente el telón de la unidad del pueblo catalán, se
ha acabado la representación teatral de aquella Cataluña hecha por y
para Pujol, con comunistas, sindicatos, y socialistas en los papeles de
reparto.
Ha muerto encima del escenario la memoria de Paco Candel, y la
cursilería esa de 'los otros catalanes'. Se han quitado --¡por fin!--
las caretas y termina la comedia esa de la normalización lingüística.
La próxima pantalla ya será la de las minorías rusas en algunos
países bálticos, y que a pesar de estar en Europa no tienen derechos
políticos: se les denomina los 'no-ciudadanos'. Así que, cuando quieran,
ya pueden volver a tomar la Meridiana en procesión. Lo único que ruego
modestamente es que nadie se lleve, Dios mediante, a engaño. Se acabó lo
que se daba. Adiós al consenso sobre la lengua catalana, adiós, adiós
con la manita.
Los sesudos firmantes del manifiesto han colocado en la diana a
quienes llegaron a Cataluña con una mano delante y otra detrás. Ni una
palabra de aquella burguesía que se avergonzaba de hablar catalán, que
renunció a él, y que siguió hablando en cristiano, algunos hasta el
presente, sin decir ni una sola palabra.
No es ninguna novedad. Aquí "hay una distribución genética en la
población catalana que estadísticamente es diferente a la de la
población subsahariana, por ejemplo", o "el cociente intelectual de los
negros de Estados Unidos es inferior al de los blancos", porque "quien
quiere españolizar Cataluña" tiene interés "en que la inmigración venga
hacia aquí, es una fórmula muy eficaz". Palabra de Herribert Barrera,
presidente del Parlamento de Cataluña y de ERC. Medalla de Oro de la
Generalitat y de la ciudad de Barcelona. Que en paz descanse.
Jordi Pujol tenía perfectamente identificado al enemigo: "En España
hay quien se frota las manos, 'dentro de dos generaciones todo eso de la
lengua y la autonomía se habrá acabado' porque, y lo dicen muy
claramente, 'la inmigración se os va a comer'".
Los colonos invadieron
Cataluña, como ya denunció el liberal Trias Fargas, por orden de Franco,
o para trabajar al servicio de Hitler, como explicó el presidente Irla
en un memorándum a Naciones Unidas.
Debían ser expulsados si no llevaban
el correspondiente contrato de trabajo, como reclamaba el no menos
liberal Néstor Luján, desde las páginas del aliadófilo 'Destino' y que
Franco les echaba tras recluirlos como ha caído en la cuenta algún
gacetillero resabiado.
No explica, sin embargo, que el dictador hacía lo
mismo que la Generalitat gobernada por Esquerra. Primero empezó con el
retorno voluntario y después con la deportación forzosa, aunque claro,
en la primera estación española iniciaban el camino de vuelta.
La Unión Europea no se ha inventado nada nuevo con los refugiados sirios. Los firmantes del manifiesto tampoco." (Manuel Trallero, 17/04/16)
" Mein Katalampf llama Juan Soto Ivars al manifiesto Per un veritable procés de normalització lingüística presentado por 170 personalidades
catalanas -escritores, traductores, articulistas, catedráticos,
políticos y ex terroristas- en la Universidad de Barcelona.
En él se
llama al castellano "lengua de dominación", se denuncia la
"bilingüización forzosa de la población" como parte de los "procesos de
dominación política lingüística" y se dictamina que la actual democracia
es "continuidad" del franquismo".
Pero la cumbre -ecos de paso de la
oca en las Ramblas como si fueran los Campos Elíseos en 1940, cuando los
alemanes iban vestidos de gris e Ingrid Bergman de azul- se alcanza
cuando se denuncia la emigración -¡tantos andaluces!- como una operación
franquista:
"El régimen dictatorial del general Franco va a completar
en dos generaciones el proceso de bilingüización mediante la represión
político jurídica del uso del catalán, la enseñanza (…) y la utilización
de una inmigración llegada de los territorios castellanoparlantes como
un instrumento involuntario de colonización lingüística… La lengua de la
inmigración (...) toma el rol de lengua del país, de lengua nacional".
Si ya lo decía Valderrama: "Yo soy un pobre emigrante y traigo a esta
tierra extraña en mi pecho un estandarte con la alegría de España".
¡Intolerable colonización! (...)
El manifiesto ha tenido por lo menos el buen resultado de dividir y
obligar a pronunciarse a los independentistas que simulaban tolerar el
bilingüismo para ganarse el voto de los charnegos asimilados. Para
Rabell (Cataluña Sí que es Pot) es un manifiesto "racista y
fundamentalista", pero para Puigdemont (Convergencia/Junts pel Si) se
trata de "un debate sociolingüístico y académico en el que el Parlamento
no debe entrar".
Para La Vanguardia es "políticamente delirante, éticamente inquietante y un ataque al corazón de la tradición catalanista", pero para El Periódico "alienta el debate". Que se aclaren ellos." (Carlos Colón, Diario de Sevilla, 09/04/16)
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