"(...) No nos merecemos los políticos que tenemos, pero están hechos a nuestra
imagen y semejanza. Quien ha salido agraviado de esta crisis política
sin precedentes ha sido el prestigio de nuestra democracia. Una
democracia prestigiosa genera prosperidad, y quien lucra esa prosperidad
son las clases medias. (...)
La izquierda calló la mayor, a saber: que el nacionalismo en Cataluña y
su expresión identitaria y secesionista crea una inestabilidad
económica cuyo principal perjudicado son las rentas más bajas de nuestra
sociedad. (...)
Toda la crisis catalana parece una conspiración para hundir el progreso material de las clases medias. (...)
Rajoy, por su parte, lleva instalado en la incompetencia en
lo que afecta al problema catalán desde hace años. Su incapacidad
política para gestionar esta crisis será, dentro de un par de
generaciones, pregunta de examen en Selectividad.
Nadie con poder ha
sabido defender bien el Estado y defender el Estado es defender a los
ciudadanos más pobres y más necesitados. Tampoco la monarquía brilló por
su utilidad. Y qué decir de la inanidad de Pedro Sánchez, con su
patética búsqueda del santo grial de la equidistancia.
Los hijos de cuantos construyeron históricamente la
democracia española no han sabido defenderla, por impericia y por falta
de discurso. Son las clases medias y los trabajadores los que van a
pagar con su salario menguante la fantasía totalitaria de Puigdemont.
Los trabajadores de Extremadura, de Asturias, de Galicia, de Aragón, de
Andalucía, de Cantabria, de Castilla-León, de Valencia, etc., y por
supuesto de Cataluña, van a pagar a escote la factura de la gran cena
mesiánica de Puigdemont y Junqueras. Hoy toda España es más pobre.
Hay
dos cosas que ya unen para siempre a los catalanes y a los españoles en
santo matrimonio: el sentimiento de la vergüenza política y del sórdido
ridículo histórico que hemos hecho entre todos." (Manuel Vilas , El País, 02/10/17)
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