"(...) Es posible que la verdadera historia de la Transición, si tal cosa es
posible en material tan sensible como la memoria, la escriban a partir
de esa generación de nietos que apenas había nacido en 1980.
Será el
único modo que, muertas las hienas que esquilmaron el país durante
cuarenta años, sean capaces –si se lo consienten los abogados de los
herederos y su principio de inocencia, y sus defensas del honor mafioso–
de ordenar todo el maremágnum de lo que fue la Transición en regiones,
patrias, zonas de poderes fascistas, como ocurrió en Euskadi y lo es,
hasta niveles calabreses, en la Catalunya contemporánea.
Ese lugar donde
el poder, paleto y zafio, garantiza que sólo paga a quienes les apoyen.
Los demás pueden ir yéndose. (...)" (Gregorio Morán , La vanguardia, 08/07/17)
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