"La propuesta de resolución que las dos formaciones independentistas presentaron el martes en el Parlament
pone de manifiesto, por si alguien lo dudaba, que el proceso catalán de
independencia exprés nada tiene que ver con los modelos de secesión del
mundo civilizado, a los que a menudo se dice seguir.
Y no solo porque
España no es Canadá ni Gran Bretaña, como gusta repetir a los
soberanistas, sino porque Cataluña no es Quebec ni Escocia.
En ninguna de estas dos naciones, que también anhelan la
independencia, se entendería que su Parlamento aprobara una declaración
instando al Gobierno a desobedecer la Constitución y al Tribunal
Constitucional del Estado, del que se pretende una “desconexión
democrática” sin más legitimación que una mayoría absoluta de escaños,
pero sin una mayoría de votos, en contra de lo que afirma el primer
punto de la resolución. (...)
Se sigue así la hoja de ruta aprobada en marzo de 2015 por Convergència
Democràtica (CDC), Esquerra Republicana (ERC), la Asamblea Nacional
Catalana (ANC), Òmnium Cultural y la Asociación de Municipios por la
Independencia (AMI), que ya preveía una declaración inicial “como
anuncio e inicio del proceso hacia la proclamación de un nuevo Estado” y
la elaboración de un proyecto de texto constitucional en el plazo de 10
meses. Un camino que ya entonces parecía delirante. (...)
El proceso abandonará así definitivamente el mundo del derecho, al
que hasta ahora ha intentado soslayar con astucias, para adentrarse en
el mundo prejurídico, el de la soberanía y el poder constituyente. Se
aparta de los valores de la Unión Europea, y se aleja del
constitucionalismo como invento ilustrado para controlar jurídicamente
al poder político.
Ni legitimidad democrática ni Estado de derecho. La propuesta de resolución no es una declaración unilateral de independencia, es una declaración de insurgencia que sitúa al proceso fuera del mundo civilizado." (
Enric Fossas , El País,
27 OCT 2015)
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