"(...) En el caso español la dificultad esencial del viva patriótico se
complica por algunas penurias: la lejanía de los tiempos gloriosos, el
papel secundario jugado en la Modernidad y el rastro de decadencia civil
que culmina en la guerra de 1936 y en la dictadura consiguiente, aún
demasiado cerca.
A ello cabe añadir la obstinada presencia en el País
Vasco y Cataluña de núcleos xenófobos, que con las habituales buenas
palabras ha convertido a estos territorios en comunidades históricas.
Nunca estos núcleos habían acumulado tanto poder y tanta visibilidad.
Es verdad que en la intimidad se regían por la costumbre de utilizar
términos como maketo o xarnego; pero jamás se habían atrevido a exhibir
su defecto del modo arrogante en que ahora lo hacen.
Aunque bien es
verdad que protegidos por una eficaz e intimidatoria campaña de
escamoteo sentimental que, entre otros logros, ha conseguido que las
víctimas de su xenofobia aparezcan como verdugos de su identidad.
Pero esta desvergonzada exhibición es la que va a dar un nuevo
sentido al azar de ser español. Observando fríamente el delirio
nacionalista de Cataluña, el modo en que tantos ciudadanos se creen y se
cuentan allí las mentiras más burdas (las mentiras españolas tienen la
impagable ventaja de que fueron contadas hace mucho tiempo) y el aire de
exclusión xenófoba que ha pasado simpáticamente del salón a la calle,
el empeño español en vivir juntos los distintos va a adquirir una luz,
una calidad y un acuerdo vital y moral inesperados." (Arcadi Espada, El Mundo, 13/10/2015)
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