"(...) El president promete ahora una votación, aunque sin censo; y
se celebrará el día 9 pero sin convocatoria jurídica muy probablemente.
No habrá campaña, porque no tendrá validez, pero habrá urnas festivas,
como en los sanfermines hay toros.
Esto arrebata al 9N todo carácter
político, y rebaja el voto a un acto simbólico, lo cual
resulta enormemente peligroso, porque si algo da valor al voto en
democracia es justamente el hecho de que no es simbólico sino ejecutivo:
pone y quita gobiernos, aprueba y deroga leyes. No hay nada simbólico
en votar, pero Mas lo quiere reducir a eso: cualquier urna en cualquier
sitio, cualquier papeleta y cualquier censo.
No hay nada simbólico en votar, pero Mas lo quiere reducir a eso:
cualquier urna en cualquier sitio, cualquier papeleta y cualquier censo (...)
Ahora el problema es sobre todo semántico. El referéndum pasó a
llamarse consulta, y la consulta pasa a ser… ¿sucedáneo de consulta?
¿pseudoconsulta? Así lo han escrito algunos medios. ‘Charlotada’
resultaría preciso, pero ofendería a Charles Chaplin. No sabemos cómo
llamarlo porque no es nada. Es el fake que queda cuando ha fracasado el fraude. Es como el bacon vegetal que comía Walter White: repugnante.
Cuando los médicos le prohíben a uno el cerdo, conviene pasarse a la
lechuga, porque quien no acepta los hechos empieza enseguida a
falsificar la realidad. Y sigue pensando que en algún lugar del mundo
existe un acto político parecido a ese engendro a que ha quedado
reducido el 9N; y sigue creyendo que en algún país exótico los árboles
dan bacon." (EL CONFIDENCIAL 16/10/14, IRENE LOZANO, en Fundación para la Libertad)
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