6/2/14

Y eso es lo que ocurre a diario en Euskadi: la escena tiene tanto de sexo como esta paz de democracia

"(...) Repasemos groso modo la secuencia, en fin: unos tipos que llevan 40 años poniendo bombas, matando por centenas a inocentes, acosando al que no piensa como ellos y extorsionando al respetable deja de matar, probablemente porque cada vez le era más difícil y, en ese instante, ocurre lo siguiente: sus partidos de referencia (por lo general vasos comunicantes reconocidos) son legalizados, los vascos les votan en masa sin ningún pudor, los partidos que ponían los muertos son castigados y, finalmente, hasta los propios terroristas empiezan a ser excarcelados, pese a tener condenas por miles de años, en cumplimiento de un fallo del Tribunal ¡de Derechos Humanos! (...)

Es la falta de tacto, comprensión y determinación política para entender la diferencia entre ganar una batalla y lograr una victoria lo que hace especialmente trágico el panorama, lo que humilla a las víctimas, lo que extiende la sensación de agravio y lo que hace prosperar liderazgos periodísticos o mediáticos  tan sutiles como un bocadillo de judías pintas con oreja de cerdo: la adopción de un éxito parcial como un triunfo total y la concesión absoluta de todos los privilegios legales que sólo tendrían sentido de haberse sumado al cese de las armas su entrega, la desaparición de sus siglas, la petición de perdón y la condena colectiva de la sociedad vasca; obliga a las víctimas y a quienes las quieren a clamar por la justicia (...)

Todo lo que se ha hecho, desde legalizar Sortu hasta acatar Estrasburgo, es jurídicamente irreprochable. Pero también lo hubiera sido lo contrario: mantener en cuarentena a Batasuna (en media Europa del Este el comunismo de raíz estallinista estuvo prohibido y aún en Alemania es delito proclamarse nazi), suscribir desde Estrasburgo la visión del Constitucional, del Supremo y de la Abogacía del Estado y mantener en prisión a terroristas con 24 cadáveres a sus espaldas hubiese sido igual de legal y sin duda más decente; que ya está bien que los paladines del Tribunal europeo den por supuesto que sus detractores no tenemos los mismos argumentos jurídicos que ellos, al menos la misma buena intención y, creo yo, un poco más de corazón al menos en esto. (...)

Al día siguiente del fallo de Estrasburgo, los amigos de los etarras se abrazaban felices en la portada del Gara. Y las familias de los muertos lloraban en el resto de periódicos. Ese contraste ya es suficiente para detectar el inmenso problema de fondo y la necesidad de de recalcar, las veces que sea menester, que por mucho que queramos la paz, no la queremos a cualquier precio. La resistencia de las víctimas no es una vendetta, sino un recordatorio de que no es lo mismo conseguir que te perdonen la vida que garantizar que no puedan quitártela. (...)

Y eso es lo que ocurre a diario en Euskadi: la escena tiene tanto de sexo como esta paz de democracia."                  (ANTONIO NARANJO, 05/02/14, en Fundación para la Libertad)

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