9/2/14

Soy de los muchos catalanes que han vivido desde niños en un ambiente familiar bilingüe. A mí me sirve una solución como la del TSJC, que obliga a que todos aprendan en las dos lenguas

"(...) De entrada no consigo entender que establecer que un 25% de las clases se impartan en castellano sea un atentado contra el catalán, lengua en la que se darán el 75% restante. Debo de ser muy estúpido. 

El argumento de que los niños aprenden igual el castellano es del mismo calibre que afirmar que el catalán no estaba discriminado en la escuela franquista porque las familias y la sociedad continuaban usándolo. Ya puestos, si los niños no van a la escuela también aprenderán ambos idiomas.

La realidad es que la inmersión lingüística, hoy, es tan sólo un instrumento político que trata de separar a los catalanes de una parte esencial de su cultura. Se trata de hacer buenos nacionalistas, que no se sientan españoles, y creen que eliminando el castellano de la escuela este objetivo se consigue, sobre todo si se acompaña de una versión de la historia unilateral y manipuladora. 

La clase política catalana, salvo C's y en parte el PP, defiende esta opción con ahínco para los hijos de los demás, aunque se la salta en muchos casos para sus propios hijos a través de escuelas privadas que no practican la inmersión en catalán. La historia de persecución del catalán, la facilidad para aprender el castellano y la presión ambiental han hecho que durante años muchos padres hayan aceptado como un hecho inevitable la inmersión. 

Pero no conozco a nadie, algún fanático habrá pero no los conozco personalmente, que no prefiera llevar a sus hijos a una escuela trilingüe, si puede pagarla claro, que llevarla a una escuela con inmersión. Cuestión de puro sentido común. (...)

Soy de los muchos catalanes que han vivido desde niños en un ambiente familiar bilingüe. Respeto que otros catalanes se sientan vinculados exclusivamente al catalán o al castellano. Entiendo que esas personas prefieran líneas separadas. No es mi caso. A mí me sirve una solución como la del TSJC, que obliga a que todos, en diferente medida, aprendan en las dos lenguas. 

Mi formación en catalán sufrió las carencias propias de la época y siempre he arrastrado esta mala formación de base en el lenguaje escrito y en la falta de un vocabulario que no fuera el de la cotidianidad. Las lecturas de mayor han corregido en parte la situación pero soy de los convencidos que lo que no se aprende antes de los veinte años siempre cuesta mucho de recuperar.

Creo también que este bilingüismo tan nuestro, además de ser un signo de identidad que debería ser protegido por los poderes públicos por este simple motivo, es también una ventaja competitiva en un mundo global. Los bilingües tenemos el cerebro mejor adaptado para aprender otros idiomas y, hoy en dia, ser trilingüe -de verdad, no un mero conocimiento del lenguaje oral de televisión- en catalán, castellano e inglés, es una buena formación para ganarse la vida.

 Si le sumamos el árabe, chino o ruso, coincidirán conmigo en que un joven con esa formación sortearía sin dificultad los problemas de encontrar trabajo.

Es por tanto llamativo que los poderes públicos catalanes se empeñen en que muchos de sus ciudadanos vean conculcados sus derechos lingüísticos y vean disminuido su potencial profesional por razones de cálculo político (...)"             (Francesc Moreno, Crónica Global, Sábado, 1 de febrero de 2014)

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