" (...) En cuanto al tan traído y llevado "discurso del miedo", resulta cuando
menos insólito que, precisamente aquellos que se empeñan en presentar la
mejor etapa de la historia de Cataluña en términos objetivos de
bienestar social, crecimiento económico y autogobierno -los 35 años que
van desde la aprobación de la Constitución de 1978 hasta nuestros días-
como un período oscuro de privaciones y sinsabores que los catalanes
debemos superar si no queremos que "la catalanidad desaparezca" (Jordi
Pujol dixit), se atrevan a atribuir el "discurso del miedo" a
quienes se limitan a advertir de los riesgos que conllevaría la
independencia.
Paradójicamente, son los propios independentistas quienes
a diario dan fe, aunque de manera involuntaria, de las bondades de
formar parte de España cuando afirman que Cataluña es uno de los motores
económicos de Europa, una de las regiones más dinámicas del sur de
Europa con un PIB similar al de Finlandia o Dinamarca, además de ser la
avanzadilla cultural de España.
¿Pero no habíamos quedado en que somos
un pueblo secularmente oprimido y expoliado? Pues bien, parece que para
los independentistas no supone un contrasentido el hecho de defender
algo y su contrario al mismo tiempo, lo cual me parece perfectamente
coherente con su determinación de alcanzar la independencia a todo
trance, sin reparar en riesgos. (...)" (Crónica Global,
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