"Las imágenes son estremecedoras, pero el audio aún lo es más. El
video que recoge el momento en que ocho agentes de los Mossos d'Esquadra
reducen al empresario Juan Andrés Benítez, de 50 años, muestra con
nitidez cómo, repetidamente y en diferentes momentos, los agentes
propinan puñetazos y patadas al detenido cuando este está ya exhausto y
reducido en el suelo.
Pero lo que resulta sobrecogedor son los gritos
ahogados que emergen de entre la masa de uniformes que le cubren y que
ahora sabemos que eran lamentos agónicos. El detenido salió de allí
inconsciente y murió poco después.
Es el último episodio de brutalidad en el que se ha visto involucrada
la policía autonómica y debería ser la gota que colme el vaso, porque
los Mossos d'Esquadra han sido ya objeto de controversia en demasiadas
ocasiones.
Sorprende que una policía de nuevo cuño, creada en democracia
y con pretensiones de modernidad, que quiso incluso presentarse como
modélica, se esté convirtiendo en un ejemplo de ejercicio autoritario,
en el que con frecuencia se traspasa la línea roja que separa el uso
legítimo de la fuerza del abuso policial.
Mientras la justicia abría la investigación por la muerte del
empresario, la Audiencia de Barcelona confirmaba la condena a otro mosso
por un incidente muy parecido, aunque por suerte sin el trágico
desenlace, juzgado también gracias a un video grabado por un vecino.
Del
análisis de los casos que han llegado a juicio emerge un patrón de
conducta con dos elementos: una desproporción entre la fuerza aplicada y
el peligro que se trataba de afrontar, y una gestión del escándalo por
parte de los mandos prepotente y encubridora. La desproporción ha sido
observada tanto en episodios de control del orden público en la calle
como en operaciones rutinarias de persecución de la delincuencia.
En el
caso del empresario fallecido, los agentes le redujeron y golpearon con
saña cuando ya había terminado la pelea que había protagonizado. Estaba
excitado, pero no iba armado y tampoco representaba un peligro para los
demás. ¿Por qué entonces tanta violencia? (...)
La que emerge de los Mossos resulta sumamente inquietante: la gestión
que se ha hecho de los incidentes en que se han visto involucrados
contribuye a una percepción de impunidad en el interior del propio
cuerpo. (...)
De forma sistemática, los actuales mandos de los Mossos han confundido
el legítimo derecho a la defensa y a no declarar contra sí mismos que
asiste a los agentes imputados, con una actitud encubridora que en
ocasiones ha bordeado la obstrucción a la justicia. (...)
La frecuencia con la que la versión oficial ha sido desmentida resulta
insostenible. Porque, o bien obedece a una estrategia deliberada de los
responsables políticos, lo que sería muy grave, o estos han sido
engañados, lo que no lo sería menos, porque significaría que la
autoridad democrática no ejerce un verdadero control sobre el cuerpo.
Que los mandos intermedios se atrevan a engañar o a negar información
sobre lo ocurrido a la autoridad superior revela la existencia de un
corporativismo crecido que escapa al control democrático. Y eso es algo
que el consejero de Interior no puede permitir." (Milagros Pérez Oliva
, El País, 26 OCT 2013 )
No hay comentarios:
Publicar un comentario