"(...) ¿Cómo ve la situación política catalana?
Artur Mas se metió en un lío muy por encima de sus posibilidades. Los
grupos de asesores están estudiando ya cómo salir de este berenjenal.
Felipe González se había metido en el lío del referendum de la OTAN,
pero ahí era ganar o perder. Esto es mucho más complicado.
Tienes que
convocar un referéndum pero al mismo tiempo explicar que no convocas un
referéndum porque la base social y política sobre la cual se apoya
Convergència no es partidaria de un referéndum. Menos partidaria aún de
ganarlo, porque no quieren la independencia. Es decir, tienes que
convocar un referéndum y perderlo. Es una cosa realmente absurda.
Para usted Cataluña ha pasado de ser un oasis a un infierno. ¿Qué le llevó a cambiar de idea?
El deterioro de la vida completa. La decadencia se nota. Hasta en las
cosas más sencillas. Y en la clase política. Aquí hay la pregunta del
millón: ¿la clase política española es más corrupta o menos corrupta que
la italiana? Y todos responden que no, que nuestra clase política no es
como la italiana.
Es absolutamente igual, con la diferencia además de
que en Italia hay recursos y tradición y vida cultural que puede
sobrevivir. En Italia hay una sociedad civil. Se sabe que el Estado es
un tramposo al cual hay que estafar como se puede, pero,
independientemente de esto, veo algo. Aquí no.
Pero no hay solo esto.
Luego está el deterioro de esta sociedad. Esta era la sociedad más
avanzada de España, sin lugar a dudas. Ahora no lo es. Me pondrías en un
aprieto si tuviera que decirte cuál es, porque no la hay. Sencillamente
se acabó. Esta es una sociedad que se acabó. La sociedad española dio
un triple salto mortal sin red y se rompió el espinazo. Y la catalana
igual que la española. O más.
Lo que pasa es que aquí hay una capacidad
de cinismo más alto. Aquí te pueden decir del aeropuerto que han
construido en Castellón. ¿Y eso que hay en Lleida? Todos hicieron lo
mismo. El país era rico. No se sabía muy bien por qué. Esta sociedad se
ha ido deteriorando muchísimo con una clase política que sigue
manteniéndose exactamente igual.
¿Le decepcionó Cataluña porque estaba esperanzado con ella?
Quizás incluso por razones biográficas. Mi ciudad es Madrid, aunque
nací en Oviedo. A mí me tocó el Madrid malo, el Madrid del franquismo.
Cuando vengo aquí, todo estaba muy bien. La verdad es que uno no ha
tenido mucha suerte. En el año 1992 es el final de la escapada. A partir
de allí empieza la quiebra. Y la frivolidad.
Hay una anécdota que
explica muy bien todo esto. Hace unos años fui a Sicilia y a la vuelta
aproveché para hacer una serie sobre Sicilia y sobre escritores
sicilianos. Pues el personaje más importante en este momento de la
cultura catalana hizo una carta pública pidiendo que, después de este
despliegue sobre la literatura siciliana, hiciera otra cosa igual sobre
la moderna literatura catalana. Esta gente se ha vuelto loca. Yo no dije
nada. ¿Qué le iba a decir?
¿Esto no existía antes?
¡Qué va! El pujolismo fue mortal. Aquí la compra del personal ha sido
la táctica pujolista por excelencia. Aquí se ha comprado a gente, se ha
comprado a todo. Y además a un precio de saldo. La izquierda, sobre
todo. No me canso de decirlo, el 1976-1977 aquí fueron los mejores años.
No había ningún lugar de España con la fuerza, el dinamismo, el giro
social y político que había en Cataluña. En tres años lo liquidaron. El
PSUC se suicidó en un año. Fue todo muy rápido. Y luego Pujol consiguió
comprarlo todo. Una cosa muy divertida son los mitos de este país.
¿Por ejemplo?
Fíjate, vas a la Plaça Sant Jaume y está la izquierda en el
Ayuntamiento y la derecha en la Generalitat. Bueno, ahora ya no. Era
mentira. Eran todos iguales. Sencillamente era un comedero. Se repartían
los beneficios y así funcionó todo.
¿Eso no pasó también en otras realidades de España?
Sin esa soberbia del “somos los mejores”. (...)" (Entrevista a Gregorio Morán, Steven Forti, Atlántica XXII, Rebelión, 27/09/2013)
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