"(...) Me es difícil valorar la voluntad de secesión en términos de la falta de
confianza que pueda existir entre los catalanes y los demás españoles. Y
tampoco comparto que, en un país en el que las leyes tributarias son
generales y la política de gasto público del Gobierno central está
sometida a la ley y al control de la oposición y del electorado, pueda
ocurrir que un territorio acabe sometido económicamente a otro.
De ahí
que la única justificación del propósito secesionista que veo sea el
convencimiento de los catalanes de no pertenecer a la sociedad española;
de no compartir los valores básicos en los que se asienta su Estado de
derecho. Pero si es así, sería bueno que quienes favorecen la
independencia nos dijeran en qué se diferenciaría la Constitución
catalana de la española.
Si en materia de valores básicos la
Constitución catalana va a ser igual que la española, no hay argumento
económico que pueda justificar la independencia y los enormes costes de
transición que la misma conlleva.
Y si el cambio fundamental consiste en
otorgar a la mayoría poder de decisión sobre cualquier cuestión, la
Cataluña independiente que se está ofreciendo a los catalanes corre
peligro de acabar convirtiéndose en una sociedad esencialmente
antidemocrática.
Es necesario debatir estas cuestiones tan larga y ampliamente como sea menester. Solo de las conclusiones de este debate, de los resultados de las elecciones que el president Mas anunció y posiblemente tendrá que convocar, de los de otras muchas elecciones que seguirán, y sobre todo de la perspectiva que otorga el paso del tiempo, nos será posible entender si los catalanes, en su gran mayoría, se sienten o no tan alejados y distintos de los demás españoles." (ANTONI ZABALZA, EL PAÍS 03/10/13, en Fundación para la Libertad)
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