"(...) Desde el nacionalismo catalán gobernante se ha fomentado desde hace
décadas el pensamiento único en una materia concreta: la llamada
cuestión nacional.
En Catalunya se puede discrepar en lo demás tanto
como quieras, pero en esa materia no y, si discrepas, porque ello es
jurídicamente posible dado que estamos en un Estado de derecho, las
represalias, encubiertas pero reales, están garantizadas: quedas
marginado de las instituciones oficiales y, allí donde el nacionalismo
es influyente, también en ciertos sectores de la sociedad.
Alguna
vez habrá que explicar con detalle, nombres y apellidos incluidos, los
efectos de este maccarthismo catalán de los últimos treinta años: los
vetos a personas para ciertos cargos, los criterios sectarios para
escoger a otros, la selección de los directores de programas y de los
colaboradores de los medios de comunicación oficiales, las desmesuradas
subvenciones a unas asociaciones y la sistemática exclusión de otras.
La
apropiación de la sociedad civil por parte del poder político catalán
ha tenido efectos devastadores para la existencia de una sociedad
democrática libre.
En este último año, todo ello ha seguido siendo
así pero con matices que destacar. Por parte del Govern y sus múltiples
tentáculos, quizás la presión ha sido más intensa que nunca. Sin
embargo, en la socie
dad catalana se ha abierto alguna brecha,
especialmente en el campo profesional y empresarial, quizás el más
consciente del grave error que comporta la aventura independentista.
Fueron significativas durante el curso pasado las moderadas tomas de
posición contrarias a la independencia de los dos principales
financieros catalanes, Isidre Fainé y Josep Oliu, de algunos presidentes
de las más importantes empresas multinacionales, de la patronal Foment
del Treball y del Cercle d’Economia.
Así pues, este silencio de la
sociedad empezó a romperse muy tímidamente aunque estas posiciones
discrepantes no fueran suficientemente explícitas y, sobre todo, no
llegaran al gran público debido a la sutil, pero implacable, censura
ejercida por los medios de comunicación, especialmente los
audiovisuales, los que más influyen, sean públicos o privados. La
sociedad catalana ha seguido, pues, muy mal informada sobre este asunto.
Pero
hay una novedad: empiezan a surgir voces de alerta procedentes de
personas históricamente ligadas al catalanismo político. Es el caso
reciente de los conocidos economistas Joaquim Muns y Francesc Granell,
en La Vanguardia y El País, respectivamente, del pasado domingo.
Frente a
las falsedades oficiales aducían razones y argumentos, fundados en su
conocimiento y experiencia del mundo internacional, que demostraban el
enorme error de la aventura independentista y el daño que supondría para
los ciudadanos de Catalunya. Este tipo de razones y argumentos es lo
que se echa en falta en un debate desbordado por la emotividad. (...)" ('¿Se rompe el espeso silencio?, de Francesc de Carreras en La Vanguardia, Caffe Reggio, 02/10/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario